Con voz propia
Mi primera tortura en la cárcel: Brenda Quevedo Cruz
Brenda Quevedo Cruz da su testimonio sobre su primera tortura en el penal de Santiaguito, Estado de México, para que se incriminara por el falso secuestro Wallace.

Testimonio
Primera Parte
Mi nombre es Brenda Quevedo Cruz, tengo 35 años y me encuentro actualmente recluida en un penal de alta seguridad en México desde hace ocho años.
El 26 de septiembre de 2009 fue autorizada mi extradición a México, ya que yo me encontraba en Estados Unidos, en Chicago, internada en un Centro Correccional acusada por el supuesto secuestro de Hugo Alberto Wallace Miranda.
Después de mi extradición, fui encarcelada en el Centro de Readaptación de Santiaguito en Almoloya, Estado de México. El día 27 de noviembre aproximadamente a las 7 de la tarde, una custodia de nombre María Luisa Capula Capula me llamó para decirme que el director “me estaba pidiendo y que tenía que subir”. Cuando llegamos a la explanada, estaban otras personas de Vigilancia y le comentaron a la custodia que yo tenía una audiencia. Yo les dije que no era posible, porque mi caso era del Distrito Federal y todo lo recibía por exhorto. La verdad, a mí no me daban confianza y yo quería que me regresaran a mi celda. Pregunté a la custodia si había forma de negarme, y ella me dijo que no me preocupara, que se iba a quedar conmigo.
Me metieron a una supuesta sala de audiencias orales para casos federales en la cual no había cámaras. Algo que me pareció extraño porque en todo el penal las había. Cuando llegamos a la entrada de la sala vi a tres hombres de espaldas volteados hacía la pared. Y como si alguien les hubiera dado una señal, se pusieron los pasamontañas al mismo tiempo y se dirigieron hacia mí. Yo le grité a la custodia que me tenía del brazo: ¡Por favor, no me deje! ¡No me deje! Pero me metieron a la fuerza. Les pedí que por favor me dijeran de qué se trataba todo eso. No recibí respuesta. La custodia se quedó afuera y ellos cerraron la puerta. Al momento de cerrarla, me contestaron con brusquedad que las preguntas las hacían ellos, y me jalaron del brazo. Asustada, yo empecé a gritar más fuerte que de qué se trataba todo eso. Pero ellos me taparon la boca.
Los tres usaban guantes y vestían de traje. Uno de ellos me agarró y me esposó. Otro me puso una venda en los ojos. Yo intenté gritar pero tenía la boca tapada con la mano de uno de ellos y entonces también me tapó la nariz. Después me dijo:
–Si sigues gritando, vas a ver cómo te va ir aquí. Ya sabes por parte de quién venimos hija de tu pinche madre!
Yo empecé a llorar, y respondí.
–Sí, de la señora Isabel Miranda de Wallace.
–Ahora sí vas a sentir lo que sintió Hugo el día que lo secuestraron.
Después me pusieron una bolsa de plástico en la cabeza y me empezaron a asfixiar, me tiraron al piso y me empezaron a patear en el estómago y a golpear en la cabeza. Cuando me quitaron la bolsa de plástico, me dijeron que tenía sólo de dos: o decirles lo que querían o que esto siguiera cada vez peor, que al fin como ya habían visto, todos estaban de acuerdo con lo que estaba pasando, desde el director hasta los de Vigilancia, y que ni intentara gritar porque nadie me iba a ayudar.
Pregunté qué querían que les dijera. Ellos traían un maletín de dónde sacaron las esposas, unas vendas, unas jeringas, una grabadora, unos papeles, una pluma y una máquina plateada que yo asumo era la de toques eléctricos. De esa maleta utilizaron la grabadora, la encendieron y me quitaron las vendas de los ojos. Mientras me ponían la grabadora cerca de mi boca me jalaban hacia atrás del cabello. Uno de ellos me dijo:
–Ya me cansé de tus mamadas y si al destaparte la boca dices una pendejada te va a ir cada vez peor. –Entonces me preguntó– a ver, ahora sí nos vas a decir: ¿En dónde está el cuerpo de Hugo? Nos vas a dar una dirección y te vamos a sacar del penal. Si no es ahí, si nos das algo falso, te vamos a torturar hasta que te dejemos irreconocible y vamos a ir con cada uno de tu familia. Te los vamos a tirar uno por uno hasta que nos digas lo que queremos. ¿Tu hermano está en Canadá, no? Entonces ni le juegues al valiente, y ahora sí dime…
En eso me destaparon la boca y les pregunté de nuevo:
–Por favor díganme qué quieren que les diga, si yo no tengo información, ¿qué quieren? Yo no puedo inventar nada, por favor, créanme.
Empecé a llorar y me volvieron a pegar y a tapar la boca.
–Te dije que no le hicieras al valiente, porque te iba a ir peor, y nos vamos a quedar aquí toda la noche y te vamos a sacar del penal hasta que nos pidas parito.
– Si quieren mátenme, pero no puedo decir algo que no sé.
Me siguieron pegando, y me empezaron a tocar mis genitales y los senos. Después, sacaron una jeringa que tenía un líquido rojo.
–Es sangre infectada de Sida –me dijeron– y si no nos dices que tú eres la responsable del secuestro de Hugo Alberto, al igual que los demás (en referencia a los demás incriminados) te la vamos a inyectar y te vas a morir a la chingada, lentamente.
–Todo eso te lo vamos a hacer cada mes –me dijo otro de los hombres– hasta que te saquemos lo que queremos, que firmes la confesión de que tú fuiste responsable del secuestro de Hugo.
Así siguieron durante casi una hora, me ponían la bolsa de plástico en la cabeza y me la quitaban cuando estaba a punto de asfixiarme, tomaba aire y volvían a ponérmela. Me golpeaban en el estómago, en las piernas, en la cabeza con la mano abierta y me ponían la pluma en la mano para que firmara unas hojas en blanco. En eso tocaron la puerta. Uno de los encapuchados la abrió. Eran los de Vigilancia y salió a hablar con ellos. Un par de minutos estuvo de regreso y les dijo a los demás algo en voz muy baja que no alcancé a escuchar. Se apuraron a ponerme la bolsa de plástico de nuevo y me taparon también la boca aparte con la mano y me jalaron el cabello para tirarme hasta el suelo. Me dijeron:
–Ahora sí valió madres, si no dices nada te vamos a sacar del penal.
En eso volvieron a tocar la puerta. Los tres hombres empezaron a hablar entre sí en voz muy baja, y pusieron todas las cosas en el maletín, abrieron la puerta y alcancé a ver a muchas personas de Vigilancia. Ellos se salieron, y yo empecé a gritar porque creí que me iban a sacar del penal. Cuando entraron las personas de Vigilancia, no pude más con mis nervios, entré en un shock, y empecé a llorar desesperadamente. Las personas de Vigilancia me preguntaron que qué había pasado, pero yo no podía responder, sólo podía llorar a gritos. Una de las custodias entró con un celular y me tomó fotos. Cuando pude reaccionar un poco y les pregunté:
–¿Quiénes eran esas personas? ¿Por qué los dejaron pasar?
–Nosotras no sabíamos nada, sólo que había una orden desde hasta arriba y fue el director el que dio la orden.
En ese momento entró el jefe de turno, Jorge Mercado, y me dijo:
–No sabíamos nada, en verdad…
–¡No es cierto! ¡No es cierto! –les grité–. Los custodios vieron a los encapuchados y no hicieron nada!
El jefe de turno llamó a un médico que minutos más tarde llegó y me revisó. Certificó todos los golpes. Después estuve esperando dos horas con los de Vigilancia, porque según había dicho el director del penal que quería hablar conmigo. Pero se pasaron las dos horas y nunca lo hizo. Entonces los de Vigilancia me bajaron a mi dormitorio. Yo pedí la llamada a mi abogada, pero me la negaron. Pero cuando ya después que me regresaron al dormitorio, pude llamar a mi madre.
Quiero exponer el miedo y la impotencia que siento al haber sido torturada, ultrajada y humillada para conseguir una confesión de algo que yo no soy responsable. Temo por mi seguridad, por mi integridad y la de mi familia. Por favor, pido ayuda, que esto lo sepa toda la sociedad, no es justo que las autoridades se presten al juego de esta señora, que no hagan las investigaciones legales y solo practiquen la tortura como medio para conseguir la confesión que ella quiere. Señalo como responsable de mi tortura a la señora Isabel Miranda de Wallace y al Director del Penal como responsable de haber dejado entrar a los torturadores.
Campaña #TorturaNuncaMás #NiUnPresuntoCulpableMás
Liga Mexicana de la Defensa de Derechos Humanos
@limeddh/email: presidencia.limeddh@gmail.com
Con voz propia
La desinformación, la gran estafa de la opinión publicada

«Argumentando el bien común, nos someten a la desinformación más conveniente al poder»: analista
Por Alberto Vila
Cada vez se presta más atención al fenómeno de la desinformación qué opera como una gran manipulación de conductas políticas, sociales y económicas, de grandes colectivos sociales. El uso del falseamiento de informes, la proliferación de las mentiras intencionadas para favorecer a los intereses de los propietarios de los medios, son la expresión frecuente desinformativa. La desinformación sobre la guerra de Ucrania es un caso de censura informativa en el espacio OTAN.
Estas conclusiones sobre la desinformación partieron de los datos de un informe que la Universidad de Princeton publicó recientemente y que detectó que los adultos mayores tienen más probabilidades de compartir noticias falsas. En ese estudio los investigadores estadounidenses identificaron el aumento de usuarios hombres y mujeres de más de 65 años en Facebook y concluyeron que en esa red social los usuarios de mayor edad compartieron más del doble de artículos de noticias falsas que el grupo de edad más próximo, los de 45 a 65 años, y casi siete veces más que el grupo de edad más joven, de 18 a 29 años.
El efecto que tiene la información falsa sobre las empresas y la economía en general es enorme. Las audiencias tienden a ser receptivas a las noticias falsas. El control hegemónico de los grupos mediáticos facilita tal situación. Inclusive esos medios dicen actuar de fact-checking, de la información publicada. En cualquier caso, se verifica poco quién las fabrica y con qué motivos. Cómo combatir actualmente la desinformación, es la batalla que se libra en el mercado de los mensajes difundidos.
Sin razón aparente, el 29 de marzo de 2018, las acciones de Amazon bajaron un 5%, lo que equivale a la pérdida de 60.000 millones de dólares en valoración. Pero siempre existe un motivo para que una cotización baje tan repentinamente. Puede ser, simplemente, una percepción o una realidad, pero cuando hay un descenso de esta magnitud, significa que el mercado espera “algo”, y, en este caso, era una acción del Gobierno Federal Americano en contra de la compañía. El presidente Trump había usado su medio de comunicación preferido, Twitter, para quejarse de que Amazon no pagaba impuestos estatales ni locales, usaba el servicio de correos como su “chico de los recados”, causándole grandes pérdidas, y, además, era responsable de la quiebra de miles de comercios. Sin haberlo dicho explícitamente, el mercado de valores esperaba que la administración Trump actuara en contra de la empresa.
En Argentina, un grupo de investigadores, de Proyecto Desconfío y del Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad (MESO), que trabaja para combatir el impacto de la desinformación en medios y redes sociales detectó que los adultos mayores de 60 años son los más afectados por las campañas de noticias falsas que circulan a través de WhatsApp. El consumo de mensajes engañosos y el desconocimiento de recursos para poder detectarlos motivó un estudio de campo con el fin de alertar sobre las consecuencias de la desinformación en esta población adulta y a aportar herramientas para poder combatirla.
En sus orígenes, la verificación de hechos era un proceso interno de los medios de comunicación que consistía en la revisión de los datos y los hechos de una noticia antes de su publicación. Los actores encargados de verificar eran los periodistas, que tenían que salir al exterior a buscar la noticia y tenían las herramientas y los conocimientos para identificar información falsa o engañosa. El paradigma cambia radicalmente con la llegada de internet. Este nuevo canal amplía el acceso a la información y permite al usuario generar y difundir sus propios contenidos, lo que abre las puertas a la infoxicación. El exceso de información y la llegada de múltiples canales por dónde difundirla, como son las redes sociales y la mensajería instantánea, entre otros, provoca una crisis de confianza hacia los periodistas, que redefine el ejercicio del fact-checking.
La infoxicación y los múltiples canales de difusión hacen que los periodistas no lleguen a todo. Los fact checkers actúan de manera reactiva desmintiendo hechos e información que ya circula en internet, pero nunca opiniones personales. Así pues, el fact-checking, tal como lo entendemos hoy, es un producto de la era digital. En 1994 nace en Estados Unidos Snopes, la primera plataforma de verificaciones en línea que aparece con el objetivo de validar y desmentir mitos, rumores y leyendas urbanas que circulaban por internet. La evolución de las falsedades en medios no ha hecho más que agravarse.
España es el escenario de imperios mediáticos que, a cualquier precio, sostienen el relato oficial de una monarquía directa heredera del franquismo. Para eso, argumentando el bien común, nos someten a la desinformación más conveniente al poder. Aquí, la tarea de los fact-checkers o verificadores es esencial en la era del exceso informativo y las redes sociales, pero para que la misión de acabar con la información falsa se cumpla, es necesario que cualquier ciudadano, alfabetizado digitalmente, sepa identificar este tipo de contenidos sin caer en falsedades o engaños.
***
El autor es economista y analista político, experto en comunicación institucional.
Este artículo se publicó originalmente en elobrero.es
Con voz propia
El Tren Maya, la ceguera de la ambición: Obispo Raúl Vera

Raúl Vera, fraile dominico y obispo emérito de Saltillo, reflexiona en este texto sobre su experiencia como jurado del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza que condenó la construcción del Tren Maya durante la sesión del 9 al 12 de marzo de 2023 y de cuya sentencia dimos cuenta en Los Ángeles Press, el 13 de marzo.
La ceguera de la ambición: El Tren Maya
La Iglesia nos presenta el capítulo 9 del Evangelio de San Juan para este cuarto Domingo de Cuaresma, cuyo tema es la curación de un ciego de nacimiento.
Cuando van pasando frente a ese ciego de nacimiento, los discípulos le preguntaron a Jesús: ¿Quién pecó, éste o sus padres? Ello para saber por qué estaba ciego. A lo que Jesús les dijo que ni él ni sus padres, sino que es así para que se cumpla la obra de Dios.
“Jesús escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista (Jn.9,6-7). La gente preguntaba si era el ciego que se sentaba a pedir en la plaza, a lo que él respondía: «Soy yo». Y cuando le preguntaban qué había pasado, él explicaba lo que había sucedido, afirmando: «Jesús es un profeta». Por ello, porque él decía la verdad y porque los fariseos no querían reconocerlo, los fariseos lo expulsaron del lugar, quitándole con ello la protección y atención.
Quisiera reflexionar con ustedes este Evangelio junto a la experiencia que acabo de tener desde el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, celebrado del 9 al 12 de marzo pasado en algunos de los estados por donde atravesará el megaproyecto del llamado Tren Maya. Ahí tuvimos la oportunidad de escuchar testimonios de las personas que nos dijeron de manera contundente todos los daños que están haciendo a toda la naturaleza y cómo están dañando la vida de ellas y ellos, así como a la cultura maya. Ahí vimos la ceguera del gobierno federal.

El obispo emérito de Saltillo, Raúl Vera y Mina Morsán, al visitar las áreas afectadas por la construcción del Tren Maya el 13 de marzo de 2023.
Vimos la ceguera de los encargados de construir este tren, los militares. Vimos la ceguera de quienes están alterando el sistema ecológico y la vida de nuestros hermanos maya. Eso es un ecocidio y un etnocidio y sólo lo pueden hacer personas que no ven, que no tienen la mirada para reconocer la riqueza cultural que el mundo maya tiene, ni el destrozo terrible de la selva, la destrucción de los cenotes, depósitos de agua dulce y casa para una gran cantidad de fauna de la región. ¿Cómo es posible que estén con los ojos cerrados? ¿Cómo es posible que sólo tengan una visión económica y de negocio? Hemos visto la ceguera de la ambición de parte de quienes están conduciendo la construcción de ese tren.
Les doy un abrazo,
Fr. Raúl Vera López, O.P.
Obispo Emérito de Saltillo
Lecturas del domingo 19 de marzo del 2023, Cuarto Domingo de Cuaresma:
1Sam.16,1b.6-7.10-13a;
Sal.22,1-3a.3b-4.5.6;
Ef.5,8-14;
Jn.9,1.6-9.13-17.34-38.
Con voz propia
México: Unidad perdida, agresión y difamación

TRAS BAMBALINAS
Por Jorge Octavio Ochoa
A menos de 48 horas de haberse conmemorado el día internacional de la mujer, el presidente de México arremetió verbalmente, el viernes 10 de marzo de 2023, contra la reportera Nayeli Roldán, de Animal Político.
La difamó. La señaló como parte de una prensa corrupta y rechazó la comparecencia del director del Centro Nacional de Inteligencia, Audomaro Martínez Zapata. “Es una prensa tendenciosa, vendida, alquilada, al servicio de los corruptos”, le dijo.
Así, sin hacer distingos, en una más de sus generalizaciones, sumó a la reportera a ese grupo de la corrupción, ¿Por qué les vamos a hacer el caldo gordo a ustedes?, remató en ese episodio, que dejó patente un inconmensurable abuso de poder.
Sin embargo, los mexicanos, acostumbrados a normalizar la violencia, simplemente reprocharon lo sucedido, expresaron solidaridad, pero hasta el momento no hay un sólo intento por emprender una acción legal por ese suceso.
Por lo menos, exigir al mandatario una disculpa pública tras lo dicho a una periodista que, con una gran madurez y altura, solo dejó el expediente sobre el uso de Pegasus por el Ejército contra luchadores sociales y le agradeció el espacio.
Como ha ocurrido con otros abusos en estos últimos dos años, la Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha guardado un pesado silencio. Lo más triste es que no parece haber institución alguna que detone un procedimiento de censura por agresión verbal y difamación.
Lo ocurrido en Palacio Nacional el viernes 10 de marzo es un hecho gravísimo, nunca visto, que echa por tierra la afirmación presidencial de que el suyo ha sido el régimen más feminista de toda la historia de México.
El 8 de marzo, en México, fue el Día del Macho Alfa. Un pequeño grupo de mujeres, reunidas en Palacio, protegidas por enormes vallas de acero, mientras afuera, más de 100 mil mujeres se arremolinaban para pedir justicia, sororidad y respeto.
A un costado del Palacio, en la Suprema Corte, otra mujer protagonizó uno de los episodios más grotescos que se han visto. Disfrazada con toga, birrete y ametralladora de juguete, le mentó la madre a la ministra presidenta, Norma Lucía Piña Hernández. Agresión de mujer a mujer. Ha cundido el mal ejemplo, las malas conductas. Los agravios e insultos aumentan. El presidente de la República debiera ser el más preocupado y comprometido en atacar este fenómeno. Pero, increíblemente, lo provoca, lo incita, lo alimenta y envía a sus huestes a agredir, incluso dentro de la Cámara de Diputados, a través de transgéneros que amedrentan mujeres.
No hay término legal que dimensione, en su real magnitud, lo ocurrido este 10 de marzo en Palacio Nacional. En medio de una crisis de feminicidios, el mandatario bañó de oprobio, infundios y descalificaciones sin pruebas a una reportera.
No, él no mató a nadie, pero sí a su proyecto de Nación. Un hombre así no merece respeto, mucho menos apoyo. Lo más triste es que la propia sociedad ha dejado pasar este incidente.
Para los medios nacionales como El Universal, Excelsior y La Jornada, ni siquiera mereció primera plana el sábado 11 de marzo. Otros, se fueron por la cabeza de que el nuevo régimen no espía, ahora es “inteligencia”.
Sí, periodísticamente eso es importante, pero jurídicamente esta agresión debe quedar plasmada, con posibilidades de sentar jurisprudencia, pues no sólo arremetió contra la prensa.

Nayeli Roldán. Fotografía publicada en su cronología de Twitter (@nayaroldan).
Él arremetió, desde la cúspide del poder, contra una mujer y ese es un acto doblemente cobarde. Hay un infundio, pues insultó y difamó sin pruebas. Eso jurídicamente se debe esclarecer.
Pero eso sí, ahora el presidente ha iniciado una campaña patriotera, para “defendernos de las acechanzas de Estados Unidos” que, según él, quieren intervenir militarmente a nuestro país.
Ahora sí quiere esa unidad a la que nunca ha convocado, porque llama “aspiracionista” y “fifís” a una clase media, “totalmente Palacio”, que únicamente quiere mejores niveles de vida y de disfrute.
El próximo 18 de marzo, de eso versará el discurso. Su concentración en el Zócalo de la gesta petrolera hablará del intervencionismo yanqui. Lloverán los insultos, pancartas. Renacerá el chauvinismo.
Está tentado a iniciar ese juego, pero antes tendrá que explicar varias cosas, como el arribo de “médicos” cubanos y militares venezolanos, aparejado con el anuncio de una reforma al artículo 33 de la Constitución.
¿Ahora ellos podrán, no sólo opinar, sino actuar libremente en el país? Mala apuesta, porque de igual manera los estadunidenses pretenderán inmiscuirse en nuestros asuntos electorales, así como AMLO lo hace ahora con los republicanos.
Se quiere empujar una penetración ideológica a través de dos proyectos fracasados. Los gobiernos de Cuba y Venezuela no son ejemplo de nada y lo más curioso es que todos los migrantes quieren irse, precisamente, a los Estados Unidos.
Por todo esto, llama la atención la convocatoria de una marcha de militares, este domingo 12 de marzo. Concurrida o desairada, el hecho concreto es que ya hay malestar también en ese sector.
Exigen respeto y posibilidad de defenderse del crimen organizado. Justo cuando hay cinco jóvenes acribillados en Nuevo Laredo, Tamaulipas, y cuando el nuevo gobernador de ese estado se ve señalado por complicidad.
En las redes sociales se dice que Américo Villarreal protege a una parte de los cárteles criminales y de ahí la increíble “disculpa” del Cártel del Golfo”, que entregó a cinco de los suyos, bajo la promesa de que “no volverá a ocurrir”.
¿Quién gobierna entonces? ¿Quién manda? Resulta sospechoso. Más aún porque en el caso de los estadounidenses secuestrados hubo una pronta acción, pero ahora el FBI revela que hay otros secuestros de los que no se ha dicho cosa alguna. Desde febrero pasado, tres mexicanas que viven en Estados Unidos, desaparecieron después de que cruzaron la frontera para vender ropa en un mercado de pulgas, según versiones dadas a conocer al otro lado del Bravo. En este caso no hay disculpa, ni información.
El fracaso es evidente. Por donde se le quiera ver, la lucha contra el narcotráfico no sólo tiene un saldo de 144 mil muertes violentas. Tiene al Estado mexicano contra la pared, profundamente penetrado.
En estos momentos, el presidente convoca a la unidad de los mexicanos para oponerse a las presiones de Estados Unidos, pero la respuesta es evidente: no sólo hay escepticismo; hay también un gran desprecio y polarización.
Las ofensas y la difamación que han salido de Palacio Nacional han sido muchas y escalonadas. A eso debemos añadir, auténticas campañas de propaganda, de desinformación, respecto a la verdadera intención para despedazar al Instituto Nacional Electoral.
El régimen de Morena gasta más en salarios para Servidores de la Nación, que en apoyos sociales a ciudadanos con becas y pensiones. Es evidente que el objetivo, es la compra de conciencias y votos.
La estructura con que los mueven, semeja más células de propaganda que la de una auténtica burocracia que cumple un trabajo de apoyo social. Invaden colonias y barrios para impulsar, también, propuestas como la revocación de mandato.
¿A eso llegaron los militares cubanos y venezolanos? Por ese patrioterismo exaltado ahora se enfrenta a sus propios demonios. ¿Qué impedirá que los gringos no traten de intervenir también? No hay rumbo, ni estrategia.
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