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Estereoptipos de la televisión mexicana y la discriminación a indígenas

Los estereotipos construidos por la televisión mexicana, una clara discriminación a los pueblos indígenas. Una entrega de Vinicio Chaparro.

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Mural zapatista Foto: zapateando.wordpress.com

Por Vinicio Chaparro*

Capítulo nueve

A veces tempestades

No les he contado… agarren el chal, hay aún otros estereotipos que murieron en este viaje al epicentro de la tierra. Pero antes de seguir la matazón, se impone una reflexión: ¿Qué significa que los estereotipos mueran? En términos prácticos ¿de qué sirve que los estereotipos se vayan a chiflar su máuser, de nuestras vidas?

Bueno, pues, con mucha pena, vamos a tener que seguir con el tema.

Ya se han de haber percatado desde el título que, esta mañana, este improvisado reportero emergente amaneció muy poeta, entre Amado Nervo y Neruda, (brincos diera). Los que no gusten de la sangre ni de versos chafas pueden esperar el siguiente capítulo, va a hablar de deporte, de futbol y de Cuauhtémoc Blanco, ese magnifico personaje de estudio, muestra invaluable de la antiética en el deporte e hijo putativo de Televisa, nuestra madre intelectual (bueno, madre intelectual de los que le van al América, no todos somos tan mansos e ingenuos, por no decir palabras feas, de todos modos yo le voy a los pumas, y ¡odio al América como ellos me odian a mí!). Va haber polémica, perderemos a todos los fans de Lucerito y de La Gaviota, a todos los aficionados americanistas y a un que otro del Cruz Azul, seguro, nos vamos a quedar a pie, pero la rueda de la antropología no se puede detener por simple pasión futbolística o por amargas lágrimas de cocodrilo. Sorry.

Por lo pronto sigamos la estereomatazón y derramando sangre en el pavimento, pintando las calles de rojo para no tener que lavarlas cada día que los narcos hacen su trabajo con tanta pasión. (¿Ya ven?, debiera ser poeta, los versos aparecen de manera natural).

Parece que este viaje nos podrá ayudar un poco a borrarnos estructuras mentales y apreciaciones estéticas de la vida y el pensamiento, que llevamos en el lomo como costales con piedras, desde que llegó una cultura de occidente que, muy oronda y barbona, puso una cruz, leyó un pergamino e impuso sus dioses, sus reglas, sus tributos, sus impuestos, sus sueldos, sus azotes, sus límites territoriales, sus páginas de sociales, su horario laboral y hasta nos ordenó que pensar.

Recuerden que cuando el crucifijo no surtía efecto, el arcabuz lo suplía. Hoy, como en aquel entonces, los mismos tataranietos de los presos que sacó Hernán Cortéz de las prisiones para venir a enriquecerse; desde una pantalla brillante, nos dicen que champú usar, que corte y color de pelo debemos lucir, que sopa instantánea debemos ingerir, por qué político votar y hasta en que dios debemos de creer. Solo que ahora a esa forma de control mental le llaman neoliberalismo. Y no hay piedad, nos meten a sus estereotipos a hasta por allá por donde les platiqué. “Desde que empezamos a pensar, nuestras guarderías, (cuando no se queman), se saturan de pinturas de Bob Esponja y Winnie Pooh, hasta la saciedad. Blanca Nieves es la reina de los muros coloridos de los jardines de niños. La historia indígena ha desaparecido de los libros de texto, para que el cuchillo descerebrador corte como mantequilla el tierno cerebro de nuestros hijos. Después será más fácil ponerles unas horrorosas máscaras para que salgan a pedir Halloween”.

Y mientras, seguimos cargando ese pesado costal de huesos de estereotipos petrificados en nuestras espaldas. Hoy, por primera vez, vamos a poder quitarle unas cuantas piedritas a ese costalote. Para eso sirve este destripadero, para matar los fantasmas que nos hacen creer a pie juntillas todo lo que nos indica la cultura occidental y, de esa manera, tal vez con un poco menos de peso en nuestras genuflexas espaldas, podramos rescatar un poco de nuestro pasado indígena. Bien dijo Ofelia Medina al inicio de la rebelión de los zapatistas: “Todos tenemos una gota de sangre india en nuestras venas. Sólo falta reconocerlo”. Hay que llevar a esa gota a que se dé un paseo por nuestras teleadictas neuronas, no basta con leer National Geographic.

Haciendo un recuento de daños, podremos observar que ya pasaron a mejor vida aquellas ideas de que sólo los blancos pueden gobernar (Evo Morales puso el último clavo al ataúd). Luego también se acabó la vieja idea de que sólo mediante la ganancia se puede organizar a una sociedad (le llaman libre mercado) y de que los gobernantes merecen un enorme sueldo para realizar su labor y que sean como dioses o genios sacados de una urna electoral, pero sobre todo, ya murió la creencia de que los indios son pendejos, güevones y pusilánimes, así les llamaban los españoles cuando se conocieron, o de que todos los argentinos son mamones. Eso, creo que a estas alturas, ya debe estar un poco más claro. Espero.

Pero todavía hay otros estereotipos que tienen que morir. El del descubrimiento de América, ésa gran mentira que usaron los españoles y el Papa para justificar la apropiación de las tierras de los habitantes originales de América, y falta darle una buena ráfaga de Cuerno de Chivo al estereotipo que nos obliga a creer el que los americanos sean unos sujetos rubios y de ojos azules, como los que llegaron después. Que magnífica estupidez. ¿O sea que los estadunidenses no solo despojaron a los indios de su tierra, sino hasta de su propio patronímico, dejando para ellos solo los nombres de sus equipos de futbol y de sus helicópteros de ataque? ¿Saben que la operación para matar a Bin Laden se llamó Gerónimo? ¿Paradójico, verdad? ¿No nos sorprendería que alguna operación para acabar con los zapatistas se llame Moctezuma? ¿Ya que nos puede sorprender de semejante cinismo? Geopolítica le llaman hoy, antes la llamaban conquista.

Niños de Chiapas Foto: ciesas.wordpress.com

Pero hay un estereotipo al que vamos intentar darle chicharrón ahora. Es muy importante. Más peor que el de la muñeca Barbie.

Les contaré. En las revistas, cuando alguna mujer ve a un niño, usualmente dice ¡¡¡Qué hermoso!!! Y sí, lo ves y el niñito es verdaderamente hermoso. Blanco, ojos azules, una cuantas chilpas güeras, su boquita bien definida con sus labiecitos carnositos y con un enorme sonrisón de Colgate, aún sin dientes, o con un enorme chupón de miel. Cuatro kilotes de salud y sus cachetotes, sublimes, esponjaditos, rositas, como acabados de llenar de rubor. Bueno, a algunas lectoras de dichas revistas, las he visto que hasta pellizcan en el papel sus cachetes, (los del niño, no los de ustedes), figuradamente, y otras mas atrevidas y emotivas, hasta le zampan un besote tronadote a la foto. El clásico niño Gerber.

Claro que las mismas personas, cuando ven al hijo recién nacido de la sirvienta, le dicen ¡Qué bonito!, pero con él, sólo besan los dedos de sus manos y con sus puntitas, con un poco de asquito, llevan el beso al cachete del infante morenón y pelitos parados y se voltean y se alejan rápidamente sacando discretamente un trozo de Kleenex para limpiar los dedos y alejar «la infección».

Ese es el estereotipo de los niños bonitos en el capitalismo. Blancos y bonitos. Gerber es la empresa que mejor ha manejado a este estereotipo infantil. ¿Los indios?, los indios, sólo salen en National Geographic.

Pero, ¡Oh, sorpresa!, (hay que decir, Oh, sorpresa, cada vez que pretendamos alertar al lector), de pronto algo sucedió. Paren oreja.

Nos encontrábamos tirados Fabi y yo, con un tronco como almohada, escuchando toda, pero toooodototota la historia piquetera de Argentina, cuando se acercaron, sin darnos cuenta, tres marabuntitas. En vivo y a todo color. Nos ofrecían tamales, tamales de frijoles. ¿Cuánto?, les preguntó Fabi, mi mejor amiga, confesora y terapeuta profesional, hasta que una mala broma me la perdió para siempre, (ya, Fabi, ¿cuantos años requeriré para conseguir tu perdón?, ya, plis), nos dijeron que dos pesos con cincuenta centavos (18 centavos de dólar). Bromeamos y platicamos un poco con ellas, con las vendedoras de tamales de frijoles, y sus ojos se metieron en nosotros. Eran calladas como sus padres, pero sonrientes y tímidas. Y sí, sus profundas miradas de antropologuitas, se metieron dentro aquí. Veían como zapatistas, a pesar de su corta edad.

Además esos tamales de frijoles, que resultaron ser dos. ¡Dos por dos cincuenta!, me hicieron pensar en el Nobel de Economía, otra vez. Pero ahora no se lo contaría al Yeneral Ányol.

En realidad, hay que reconocer que el contacto con los zapatistas, con las bases de apoyo, no fue muy íntima, sólo con la marabunta que ahí estudiaba, jugaba y vendía tamales de frijoles tuvimos un acercamiento mas cerquita con el zapatismo y estuvimos solo tres días ahí. Entonces no se puede decir que este estudio cumpla con las características académicas para lo que dice ser, bueno, ni para una tesis profesional. Pero cuando mi ex amiga y ex terapeuta personal y un servidor, tuvimos aquella cercanía con las marabuntitas, lo comprendimos todo. Hay otro tipo de belleza.

Otra forma de pensar. De ver, de apreciar. Pero para lograrlo necesitaríamos otra revolución. No bastaría con un Ooohmmm.

La marabunta no le pide nada a los niños Gerber. “Nooooombre. Ésta, Vinicio”, me dijo Fabis con sus ojos llenos de agua, “ésta es la belleza indígena”, eso dijo Fabis cuando todavía era mi amiga. “Tenemos que despojarnos de nuestros estereotipos occidentales”, murmuró, mientras limpiaba la traición de sus lágrimas. Extraño la amistad de Fabis, es mi culpa y a los estereotipos los empezó a matar ella. Ella, con su enorme sensibilidad.

Claro, Fabi tenía razón, ésos, ésos eran los verdaderos americanos. Y su belleza infantil.

Los de allá, allende el Bravo, los güeritos, los de Mi Pobre Angelito, eran los impostores.

“Todo ser humano es bonito, aunque le falte una pata o un ojo, la belleza está en otro lado, adentro”, decía mi sabio abuelo. Hay un chiste racista que dice que cuando son bebés, hasta los negros y los burros son bonitos. Es cruel, si, lo sé. Pero eso significa que los negros son tan feos como los burros. Eso es racismo puro, de alcurnia, muy común, pero ¿qué culpa tienen los burros del racismo de los humanos? Sin ofender.

Las páginas de sociales están llenas de «gente bonita», como en los antros de Cancún. Abajo, en la maquila, en los guetos urbanos y rurales, los mocos, la piel morena, los jiotes (esas terribles manchas grisáceas en la cara por motivo de la falta de vitaminas, justo antes de la inanición), hacen de nuestro mundo un submundo, el de los feos, a los que no nos quieren en sus malls.

Pero en fin. El mayor y más dañino estereotipo es el de que para ser bonita hay que ser güera, como mi novia Marilyn Monroe. Ya nadie está conforme con su pelo negro. El cambio de imagen es contundente en la televisión. Todo enfocado a ocultar nuestra piel oscura y nuestras huellas de acné.

Pero en La Garrucha también murió ese estereotipo. La Marabunta lo mató.

Es el estereotipo de que sólo los niños blancos eran bonitos.

¿Quién dijo que los indios son feos? Son pobres, son morenos, no comen bien, no tienen agua caliente ni las pavorosas cremas para la epidermis de Michel Jackson. En realidad su ropa no les ayuda mucho, no los viste Chanel. Y tienen alguna que otra espinillita, grano, acné, mancha o afín. Pero, es que no les alcanza para comprar Asepsia. Su porte no es muy vertical, las cargas de leña que tienen que cargar por la vereda, desde niños, los ha doblado un poquitín. No tienen el cabello de Thalía, ni el lunarcito coquetón de Cindy Crawford. Sus pies están maltratados un poco, también. Sus huaraches son de manufactura muy rudimentaria. La lotería no ha tocado sus puertas. La miseria no les permite desenvolverse y lucir mucho en las galas de alfombra roja. Pero… aquel día, con la marabunta vendiéndome tamales de 2.50 pesos, se me murió mi alma neoliberal.

La marabunta también me la mató.

Pero para cerrar con broche de oro, les voy a matar otro estereotipo mamón. El de que los indios nos saben lo que son. Este es un texto que nos envió una asidua lectora de esta Crónica Sarcastrónica. Dice así:

“Qué orgullosa me siento de ser indígena Wayuu, esa sangre que corre por mis venas, que alimenta mi cuerpo y hace vibrar mi espíritu, que me mantiene siempre despierta y vigilante, y me recuerda siempre que soy hija del desierto, de la tierra del sol y el viento, que siempre debo permanecer erguida como el cactus, si su piel se destruye por la inclemencia del sol y a veces tempestades, su corazón perdura en el tiempo y el espacio”……Daisy Hernández.

¡¡¡Tóooooomala, gateado!!!, dicen en mi rancho.

Vinicio Chaparro

Enviado especial de

Proyecto Nedni

* Tomado del libro, El Otro Lado de la Luna, del mismo autor.

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El Tren Maya, la ceguera de la ambición: Obispo Raúl Vera

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Raul Vera obispo

Raúl Vera, fraile dominico y obispo emérito de Saltillo, reflexiona en este texto sobre su experiencia como jurado del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza que condenó la construcción del Tren Maya durante la sesión del 9 al 12 de marzo de 2023 y de cuya sentencia dimos cuenta en Los Ángeles Press, el 13 de marzo.

La ceguera de la ambición: El Tren Maya

La Iglesia nos presenta el capítulo 9 del Evangelio de San Juan para este cuarto Domingo de Cuaresma, cuyo tema es la curación de un ciego de nacimiento.

Cuando van pasando frente a ese ciego de nacimiento, los discípulos le preguntaron a Jesús: ¿Quién pecó, éste o sus padres? Ello para saber por qué estaba ciego. A lo que Jesús les dijo que ni él ni sus padres, sino que es así para que se cumpla la obra de Dios.

“Jesús escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista (Jn.9,6-7). La gente preguntaba si era el ciego que se sentaba a pedir en la plaza, a lo que él respondía: «Soy yo». Y cuando le preguntaban qué había pasado, él explicaba lo que había sucedido, afirmando: «Jesús es un profeta». Por ello, porque él decía la verdad y porque los fariseos no querían reconocerlo, los fariseos lo expulsaron del lugar, quitándole con ello la protección y atención.

Quisiera reflexionar con ustedes este Evangelio junto a la experiencia que acabo de tener desde el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, celebrado del 9 al 12 de marzo pasado en algunos de los estados por donde atravesará el megaproyecto del llamado Tren Maya. Ahí tuvimos la oportunidad de escuchar testimonios de las personas que nos dijeron de manera contundente todos los daños que están haciendo a toda la naturaleza y cómo están dañando la vida de ellas y ellos, así como a la cultura maya. Ahí vimos la ceguera del gobierno federal.

El obispo emérito de Saltillo, Raúl Vera y Mina Morsán, al visitar las áreas afectadas por la construcción del Tren Maya el 13 de marzo de 2023.

Vimos la ceguera de los encargados de construir este tren, los militares. Vimos la ceguera de quienes están alterando el sistema ecológico y la vida de nuestros hermanos maya. Eso es un ecocidio y un etnocidio y sólo lo pueden hacer personas que no ven, que no tienen la mirada para reconocer la riqueza cultural que el mundo maya tiene, ni el destrozo terrible de la selva, la destrucción de los cenotes, depósitos de agua dulce y casa para una gran cantidad de fauna de la región. ¿Cómo es posible que estén con los ojos cerrados? ¿Cómo es posible que sólo tengan una visión económica y de negocio? Hemos visto la ceguera de la ambición de parte de quienes están conduciendo la construcción de ese tren.

Les doy un abrazo,

Fr. Raúl Vera López, O.P.
Obispo Emérito de Saltillo

Lecturas del domingo 19 de marzo del 2023, Cuarto Domingo de Cuaresma:

1Sam.16,1b.6-7.10-13a;

Sal.22,1-3a.3b-4.5.6;

Ef.5,8-14;

Jn.9,1.6-9.13-17.34-38.

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Religión y política en Nicaragua

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Los obispos de Matagalpa, Rolando Álvarez y el auxiliar de Managua, Silvio Báez

Este fin de semana, el régimen de Daniel Ortega decidió poner su relación con la Santa Sede en una suerte de limbo. No habla de romper relaciones, pero es un paso adicional que agrava una crisis que recuerda a una enfermedad crónica. En el corazón de la crisis en Nicaragua yace una profunda y profunda contradicción, una paradoja si se quiere, de la Iglesia Católica.

A pesar de que los obispos, sacerdotes, monjas y laicos católicos se encuentran hoy en día en las mismas trincheras de la oposición al régimen de Ortega, y lo hacen con un gran riesgo personal, la propia Iglesia jugó un papel clave en la configuración del régimen que ahora los persigue, como en el caso del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez.

El antiguo arzobispo de Managua, Manuel Obando Bravo fue, hasta su muerte en 2018, un invitado frecuente de los mítines políticos y otras actividades públicas del régimen de Ortega. Lo hizo, contra la voluntad de otros obispos y a pesar de que—según las reglas de la Iglesia—renunció a su cargo de arzobispo de Managua en 2005, cuando cumplió 75 años.

El papel de Obando revela una serie de rasgos del comportamiento público de los obispos católicos. Uno de ellos, probablemente el más importante, es la obsesión que tienen muchos obispos por encontrar un socio confiable en la política con quien puedan recrear el modelo de Iglesia protegida, preferida o incluso oficial, más comúnmente asociado con el relato de la conversión al cristianismo del emperador romano Constantino, en el año 312. Ese relato hace ver el ascenso del cristianismo como una suerte de feliz coincidencia con un gobernante que estuvo dispuesto a ya no perseguir e incluso a hacer oficial a la “nueva” religión. El asunto, sin embargo, es que ese relato es bastante ingenuo y engañoso, pues era una religión ya con más de 270 años de práctica.

Las implicaciones de este tipo de comportamiento de los obispos católicos romanos van mucho más allá de Nicaragua. Es una de las características de la Iglesia que se puede ver hasta hoy en Europa Central y Oriental, sobre todo en Hungría y en la relación entre el cardenal Péter Erdő y el primer ministro Viktor Mihály Orbán; en algunas naciones africanas, donde el cristianismo y más precisamente el catolicismo juega un papel clave en la vida pública; en diferentes momentos de América Latina e incluso de Estados Unidos, donde surgieron huellas de este modelo en la relación que algunos obispos norteamericanos desarrollaron y sostienen, hasta el día de hoy, con Donald Trump y su movimiento. La idea general es que un político ofrece algún tipo de protección a la Iglesia que, a cambio, proporciona un sentido de unidad, de propósito común, de solidaridad a la política.

La clave de la paradoja que revela la actual crisis de Nicaragua es la noción misma de intercambio y la medida en que dicho intercambio mutila la capacidad de la Iglesia para cumplir una función básica del liderazgo religioso: el ejercicio de la parresía, es decir, de su propia capacidad de decir la verdad al poder. La parresía es clave para el liderazgo religioso, como lo enfatiza Jesús en el pasaje del Evangelio de “dar al César lo que es del César”. Es una calle de doble sentido que requiere la capacidad de los líderes religiosos para hablar y actuar libres de la influencia de los compromisos políticos que surgen de los intercambios en los que se vieron envueltos el difunto cardenal Obando y Ortega.

¿Qué se intercambió? Al igual que en los Estados Unidos con Trump y ya antes con el Partido Republicano y en muchos países latinoamericanos, los políticos y los obispos utilizaron las leyes contra el aborto como un factor clave de esos acuerdos. Ortega, allá por 2005, completó el largo camino de una conversión bastante falsa al catolicismo. Lo hizo al casarse por la Iglesia con su compañera de mucho tiempo, Rosario Murillo, y luego de una serie de escándalos en su vida privada y pública que incluyeron las acusaciones de Zoilamérica Ortega Murillo, hijastra de Daniel Ortega, de abuso sexual allá por 1998.

Como suele ser el caso, el abuso sexual es casi imposible de probar en los países latinoamericanos, por lo que la acusación terminó convirtiéndose en un callejón sin salida, pero Zoilamérica, la hija de Rosario Murillo de una relación anterior con Jorge Narváez Parajón, ha reiterado consistentemente su denuncia contra Ortega y sigue siendo hasta el día de hoy una de las más duras críticas de Ortega.

A diferencia de Obando, quien estaba más que dispuesto a recibir a Ortega con los brazos abiertos en la Iglesia Católica, para presidir y bendecir su matrimonio de 2005 con Rosario, Chayo, la actual vicepresidenta y Primera Dama de Nicaragua, Zoilamérica es la única hija del matrimonio Ortega-Murillo que ha hecho sonar todas las alarmas sobre la verdadera naturaleza del régimen y carácter personal de Ortega. El resto de sus hijos e hijas se parecen más a las familias reales saudí o jordana que a sus homólogos europeos o a las familias de otros presidentes latinoamericanos. Son una red numerosa de familiares del líder que se benefician de su relación privilegiada con el gobierno a diferentes niveles. Lo que es peor. Recuerda en todo a las formas, la manera de ejercer el poder de la “dinastía” Somoza.

Los obispos de Matagalpa, Rolando Álvarez y el auxiliar de Managua, Silvio Báez

El obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez (Izq.) y el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.

Las formas de ejercer el poder de Ortega fueron evidentes desde su primer mandato como Jefe de Estado (1985-1990) y desde entonces ha utilizado el poder derivado de su posición como líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (1990-?). Nadie puede decir que le sorprenda la forma en que estuvo dispuesto a emular a Enrique IV de Borbón, cuando decidió convertirse del protestantismo al catolicismo para poder convertirse en rey de Francia.

Si París valió una misa para el rey Enrique, Managua valió su conversión del marxismo ateo para Ortega. Además de dicha conversión y el matrimonio católico presidido por el mismo cardenal Obando, Ortega ofreció una de las leyes antiaborto más duras de América Latina, que impide ese procedimiento incluso en casos de riesgo para la salud de la madre.

Al hacerlo, Ortega no estuvo solo. Desde finales de la década de 1990 hasta principios de la de 2010, en diferentes países de América Latina se reformaron leyes más bien “liberales” que permitían algunas formas de aborto, especialmente cuando se percibía un riesgo para la salud de la madre. En Nicaragua estas leyes fueron aprobadas por el Congreso con Ortega como líder de la oposición en 2006. Dos años después, Ortega cierra el trato cuando, ya como presidente tras las elecciones de 2007, promulga el  Código Penal de 2008  que incluía severos castigos para las mujeres y el personal médico involucrado en estos procedimientos.

Como puede verse, la agenda del “izquierdista” Frente Sandinista de Liberación Nacional parece indistinguible de la del muy “conservador” Partido Republicano de Estados Unidos, más aún después de los nombramientos de Trump a la Corte Suprema. Otro elemento clave del intercambio Obando-Ortega fue la emisión de los permisos requeridos para que la Iglesia poseyera y operara estaciones de radio y televisión desde donde pudo transmitir su mensaje de que, en este momento, a mediados de los años pasados, era más que acoger con Ortega. Fue un elogio abierto de su voluntad de entregar lo que una comprensión más bien miope e ingenua del catolicismo y el cristianismo exigía a cambio de su apoyo. En ese asunto, el comportamiento del régimen de Ortega es indistinguible, por ejemplo, de los gobiernos supuestamente de derecha que igualmente dieron concesiones de radio y TV a la arquidiócesis de Tegucigalpa, en Honduras.

Ortega entregó las concesiones y/o permisos mientras preparaba lo que ahora muchos obispos llaman una “dictadura”. Y no hay duda de que es una dictadura que tiene como objetivo censurar lo que los obispos pueden hacer o decir. Pero es, y no hay forma de evitarlo, una dictadura que felizmente contribuyeron a construir.

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Las nubes son música, cuando la música se convirtió en nubes

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Un día de diciembre de 2019, San Pedro y San Pablo Ayutla, Oaxaca, se quedaron en silencio absoluto. Los instrumentos que transmiten la poesía y la música habían desaparecido. Se los llevaron personas desconocidas.

Cuatro días después del robo, Enrique García Meza habló con Anna Maciel sobre lo que significa contar una historia, no sólo lo del robo, sino el arte que hacen los niños mixes. De ahí surgió la idea de un documental.

“Un pueblo sin arte y sin cultura ¿a dónde va?. Visibilizar esto puede ser complicado, porque los vemos diferentes, alejados. Comprender la importancia del arte es parte de lo que buscamos en el documental”, dice en entrevista Enrique García Meza, director del documental Las nubes son música, que cuenta esta historia.

“El robo de 26 instrumentos musicales de la Banda Filarmónica Municipal Mixe de San Pedro y San Pablo Ayutla, nos llevó a rodar este documental”, explica García Meza.

Para realizar el documental, García Meza pidió permiso a la asamblea comunitaria de San Pedro y San Pablo Ayutla, Mixe, después al Comité de Madres y Padres de la Banda Filarmónica.

En entrevista, García Meza habló del proceso que llevó durante el acopio de información y rodaje del documental Las nubes son música.

«No estuvimos presentes en la asamblea comunitaria. Después de la asamblea teníamos que exponer al comité», recuerda el cineasta.

¿Cómo vivir sin música?
Nacido en la Ciudad de México, García Meza, ha trabajado durante 30 años en la producción cinematográfica. Entre sus logros se encuentra haber dirigido el documental Ayotzinapa, el paso de la tortuga.

Al rememorar el documental dedicado a Ayotzinapa, García Meza recuerda como surgió Las nubes son música: “Es que no puedo imaginar como es posible que los niños y jóvenes se quedaran sin música”.

–¿Qué les dijeron los padres de familia?.

–El comité es impresionante. Nos trataron muy bien, increíble –recuerda–, la autoridad era la parte dura. Sin saber exactamente, tengo la sensación de que hicimos el documental gracias al comité.

Las nubes son música contó con Anna Maciel, quien comparte créditos como guionista, sonidista y productora ejecutiva. El guión se escribió a partir de que las niñas y niños se quedaron sin instrumentos musicales.

–Algunas veces los había escuchado; y me gustaba, pero lo del robo de sus instrumentos me llamó la atención, o dolió.

Y agrega: “Cuando lo platiqué con Anna Maciel, resonó esa sensación o preocupación de que a las niñas y niños se les caía la posibilidad de hacer y tocar música”.

Recuperar el sonido que habita en la naturaleza
Con 20 años de experiencia como tallerista de cine en comunidades rurales y semiurbanas, el cineasta dice que era necesario recuperar el sonido que habita en la naturaleza.

“Así fue como llegamos a la historia de la banda filarmónica en Oaxaca, donde viven Brandon Chávez y su abuela doña Luciana de Jesús María, don Fidel García y Adanelly Martínez”, explica.

El preparativo para el rodaje inició meses después del robo de los instrumentos en 2019.

“Primero leímos todo lo que encontramos publicado sobre el robo, luego leímos sobre ellas y ellos y, en base a eso, escribimos una escaleta. Después contactamos a Yasnaya Aguilar por medio de Diana Manzo, porque no las conocíamos, pero ellas denunciaron el robo”.

Pedir permiso
–¿Qué les dijeron en la asamblea? –insisto.

–Expusimos dos veces a ellas y ellos, eso sí, ahí estaban las autoridades del pueblo. Al exponer les explicábamos de qué trata un documental y el proceso que conlleva.

Cuando los documentalistas tuvieron el contacto enviaron una carta donde pedían permiso a la asamblea comunitaria para entrar, conocer y grabar. La misiva tuvo respuesta de inmediata, la asamblea los invitó para platicar el plan de rodar Las nubes son música.

–¿Qué pasó después de que estuvieron en la asamblea? –aprieto.

–Luego, conocimos y eso nos ayudó a identificar varias cosas que deseábamos y muchas otras. Y claro, modificamos la escaleta casi en su totalidad. Y comenzamos a grabar, celebra García Meza.

Y añade “las niñas y los niños son los que andan fascinados por la música de Brandon, y ellos ejecutan. Ayer, Brandon me mandó las partituras, un chingo de hojas para inscribirnos por ahí.

El rodaje se topó con la pandemia de covid-19; esto afectó a los cineastas durante la grabación en la comunidad.

“Cada ida a Ayutla, significaba pedir permiso a la asamblea y esperar la autorización”.

Cartel oficial de Las nubes son música

Enrique García Meza dice que un día le plantearon realizar un documental sobre el robo de los instrumentos. La invitación también le llegó a Guillermo del Toro.

–Al día siguiente, esa idea también se la propusieron a Guillermo, y tampoco le gustó. Sin embargo Guillermo dijo: “¿y la historia de las y los niños mixes?”.

–¿Cuándo fue esa invitación? –pregunto.

–Tenía unos cuatro días lo del robo. Hablamos de lo significativo que era contar no sólo lo del robo, sino el arte que hacen, y un pueblo sin arte y sin cultura a dónde va. Visibilizar esto puede ser complicado, porque los vemos diferentes, alejados y comprender la importancia del arte es parte de lo que buscamos en el documental.

La historia esta ambientada en San Pedro y San Pablo Ayutla, Mixe. “Donde la historia de los pueblos indígenas, está presente a través de la poesía y la música todo el tiempo, en la naturaleza, en las palabras e incluso en las tareas cotidianas”.

La mirada del documentalista está puesta sobre una pequeña parte de la vida en un pueblo y, sobre todo, mostrar sus lazos comunitarios.

 

*** Fuente http://piedepagina.mx 

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