Con voz propia
El teatro de dos criminales: la señora Wallace y Dulce Rubí
La señora Wallace estrena escuela con una de las acusadoras de Nestora Salgado, la joven Dulce Rubí Burgos Pérez, quien ya aprendió a mentir a los medios

Guadalupe Lizárraga
Mientras el poder en México acaba de definir su nueva forma disimulada de dictadura, asaltan el espacio mediático los personajes más disímbolos con vocación de criminal. Pero no surgen de manera aislada, los une el mismo Estado fallido, las instituciones corrompidas, la red gubernamental de narcotráfico y trata de personas. Dos de estos personajes son Isabel Miranda Torres, alias la “señora Wallace” y Dulce Rubí Burgos Pérez, una de las jóvenes compensadas por acusar de secuestro a la líder comunitaria de Olinalá, Guerrero, Nestora Salgado.
Isabel Miranda, impaciente por consolidar sus aspiraciones políticas, no le basta haber cometido las acciones más aberrantes que puede cometer una madre, como simular el secuestro y homicidio de su hijo, para obtener beneficio político. Desde hace diez años, lucha por mantenerse en el escenario partidista a costa de la libertad de personas inocentes y da escandalosas conferencias de prensa con información falaz en su desesperada acción por conservar algo de credibilidad.
Miranda Torres, a costa de mentir y corromper a jueces, pagar a agentes ministeriales torturadores, falsificar documentos oficiales, alterar evidencias, cometer perjurio, agredir a los familiares de las verdaderas víctimas, entre otros delitos, ha construido el teatro del crimen contra su hijo Hugo Alerto Wallace Miranda. Un teatro que estrena escuela. Ahora, se dedica a enseñar cómo simular ser una víctima, cómo mentir a los medios y a las autoridades, cómo llorar a la menor provocación ante la cámara de un periodista. La señora Wallace se prendió del caso de Nestora Salgado como una garrapata que chupa la sangre de un perro, para revivir políticamente ante el descrédito de su falso caso. Y encontró una alumna perfecta para ello: Dulce Rubí Burgos Pérez.
En el expediente judicial número 142/2013-II fabricado por el exprocurador de la PGJE de Guerrero, Iñaki Blanco, (por cierto funcionario denunciado por recibir dinero del narcotráfico, testigo de cargo de Miranda en el falso secuestro de su hijo y retirado del cargo por el caso Ayotzinapa), la joven Dulce Rubí aparece como una menor de edad de 17 años y su madre Petra Pérez narra una historia que contradice a la que había dado su propia hija a la Policía comunitaria. Según la madre, su hija mayor Lucero Burgos Pérez “le comentó el 10 de junio de 2013, aproximadamente a las 16 horas, que Nestora Salgado se llevó a su hermana de nombre Dulce Rubí Burgos Pérez junto con su amiga que responde al nombre de Yesenia Castillo Meza”.
La madre deja asentado en el expediente que a las 18 horas de ese mismo 10 de junio, se dirigió con su hija Lucero “a la casa de Nestora para preguntarle por su hija Dulce Rubí, y que Nestora le había respondido que su hija ya había sido trasladada a rehabilitación”, y enfatiza: “sin decirme a dónde, y como su hija es menor de edad tenía que haberme consultado”.
Las palabras de la madre contrastan con las del comandante regional de la Policía comunitaria de Olinalá Jesús Coronel Díaz, quien en entrevista para Los Ángeles Press, el pasado 14 de noviembre de 2013, sostuvo que él personalmente atendió a dos de las madres de las jóvenes que ahora acusan a Nestora. Fue el 9 de junio, en la mañana, cuando acudieron en su ayuda las señoras Mariza Meza Castro y Susana Baltazar Sosa por la supuesta desaparición de sus hijas Yesenia Castillo Baltazar y Betzabé Rubí Baltazar. Estas jóvenes, junto con Dulce Rubí, llevaban tres días fuera del hogar familiar y fueron ubicadas en Huamuxtitlán por la tía de Yesenia, el 10 de junio, y la Policía comunitaria intervino para entregarlas a sus madres, según la declaración de Coronel Díaz, quien confirmó que durante ese tiempo las jóvenes estuvieron embriagándose y drogándose con personas que estaban identificadas como miembros de la delincuencia organizada.
Las madres, una vez con sus hijas, pidieron que les ayudaran a reeducarlas de acuerdo al sistema normativo de la comunidad. Y Coronel Díaz explicó que lo pidieron porque “las jóvenes ya habían rebasado la autoridad de sus padres, llegaban a casa bien borrachas, bien drogadas, y hacían muchas cosas que ciudadanos de esas características no deberían andar haciendo, pero fueron detenidas precisamente porque sus madres nos pidieron que interviniéramos, incluso ya andaban delinquiendo con los mismos muchachos aquí en la comunidad”.

Armando Patrón Jiménez y Dulce Rubí Burgos Pérez con Isabel Miranda Torres.
A cada uno de los jóvenes involucrados en los hechos se les pidió su declaración por escrito y firmada, y entre los testigos estuvieron presentes las madres, Nestora Salgado como coordinadora, el secretario del Consejo Social Olinalteco Miguel Zapoteco Bergara y el comandante regional Jesús Coronel Díaz. Todas las declaraciones coinciden con las palabras de Coronel Díaz, e incluso con la declaración de Dulce Rubí Burgos Pérez, escrita el mismo 10 de junio de 2013, a las 13:20 horas. En ese momento, la joven delincuente sostuvo ante estos testigos, haberse ido de su casa “porque tuvo unos problemas con sus papás” y estuvo bebiendo y durmiendo con amigos durante tres días seguidos. Y continúa:
“Me fui a vivir con María Isabel. El jueves nos encontramos con la Marucha, él nos prestó una colchoneta para dormir. A otro día ya no supe nada de él. El viernes yo fui a casa de Paco para invitarlo a Tulcingo y él aceptó, después nos venimos con Toño a tomarnos unas micheladas, después nos encontramos con Miguel. Yesenia nos invita a Tulcingo, fuimos a echar gasolina y después nos fuimos a casa a tomar unas botellas y nos acostamos a dormir, y a otro día seguimos tomando. El día de hoy decidimos venirnos a Huamuxtitlán, pero pensábamos regresar a Tulcingo, pero nos encontramos con la tía de Yesenia y nos venimos.
Sin embargo, la historia de la hija fue cambiada a iniciativa del exprocurador Iñaki Blanco, con el fin de acusar sólo a Nestora, dejando fuera del reflector judicial al secretario del Consejo Social Olinalteco y al comandante regional. Junto a esa falsa denuncia se agregó la de los otros jóvenes, y unas 40 más, con la participación del exprocurador de Atención a víctimas de secuestro en Guerrero, un funcionario de larga trayectoria criminal en el Distrito Federal, Ricardo Martínez Chávez.
Es en esta escena donde la cómplice de Iñaki, la señora Wallace, encuentra la oportunidad de salir en los medios y obtener algunas prebendas más para su organización Alto al secuestro, tan desacreditada como ella. Es en este capítulo de la pesadilla de Nestora Salgado, donde una criminal impune como Isabel Miranda Torres –con seis denuncias ratificadas por una docena de delitos graves, entre éstos tortura y falsas declaraciones a autoridades–, entrena a la joven olinalteca Dulce Rubí a mostrarse vulnerable ante las cámaras y fingir que su vida estuvo en peligro por el trato “infrahumano” que recibió en su detención supuestamente ilegal por parte de la Policía comunitaria.
El sistema de justicia criminal y civil en México es uno de los peores del mundo, según la investigación del Proyecto Mundial de Justicia. Ocupa el lugar 91, entre 97 países que participaron en la investigación; y el número 74 en corrupción de funcionarios judiciales. Si fuera un estado garante de la justicia, la señora Wallace estaría en la cárcel desde hace varios años cumpliendo una condena por simular el secuestro y homicidio de su hijo y fabricar culpables. Y sus víctimas no hubiesen sido torturadas ni encarceladas. Pero también, la madre de Dulce Rubí, Petra Pérez, estaría enfrentando un juicio por mentir a autoridades y participar con funcionarios corruptos en la fabricación de culpables. Dulce Rubí habría sido detenida y procesada por el uso de drogas ilegales, además por los mismos cargos que su madre, en tanto Nestora ya habría salido liberada desde el 31 de marzo de 2014, cuando fue exonerada de cargos por el Juzgado federal.
En cambio, lo que tenemos es el teatro de dos criminales. El de la señora Wallace y de su pupila. Esta joven de 19 años, delincuente desde los 17, que normalmente usa droga y alcohol para su entretenimiento, sin estudios formales y que ha rebasado la autoridad de sus padres, ya tiene claro que mentir en México produce beneficios. Que las autoridades mienten, delinquen y se corrompen y son premiadas, que las señoras Wallaces, se vuelven “importantes” por sus crímenes y ganan dinero al mentir frente a los medios, y que ella y su familia pueden salir de la pobreza en la que se encuentran haciendo lo mismo. Los primeros pasos ya están dados, y los dio su madre. Las escenas se van creando de acuerdo al odio y los intereses políticos movidos contra Nestora Salgado. Mañana será otra víctima. Sólo es alinearse en la fila para entrar a la fábrica de criminales que es el sistema judicial mexicano.
Con voz propia
En el Zócalo de Ciudad de México, las falanges ‘marxistas’

TRAS BAMBALINAS
Por Jorge Octavio Ochoa
En una pugna simbólica y mediática, partidarios y adversarios se trenzaron este fin de semana en una inútil lucha de cifras. Unos y otros aseguran haber conjuntado en la Ciudad de México, más de medio millón de personas el 26 de febrero y el 18 de marzo.
Al margen de quién tenga la razón, lo único inobjetable e irrebatible, es que el país está profundamente dividido. Lejos de la reconciliación, esas masas ahí aglutinadas, lo único que reflejan es un futuro aciago para los mexicanos.
Parecen gloriosos ambos mítines: la sociedad politizada acude sin temor. Pero el futuro es opaco y sumamente preocupante por el tufo autoritario. “Está asegurada la continuidad”, frase central de un discurso retórico y sin sustento. Además del dedazo, vendrá la imposición del proyecto.
Sea cual sea la corcholata ganadora en el 2024, ésta obedecerá las órdenes que vengan desde Tabasco, apalancadas por el apoyo inefable del Ejército.
La inversión populista de recursos continuará, aunque no tenga reservas. Se irá a barriles sin fondo, que no devolverán ganancia alguna. La imposición de una nueva clase política más voraz está en camino. Por eso llamó a sus fanáticos a votar “por todo”, para tener mayorías absolutas, incontestables.
La pobreza crece, junto con la violencia. No hay orden legal y nuestras juventudes se asesinan entre sí, porque sí, porque la SEP está más preocupada en ideologizar.
La división es manifiesta, evidente. A unas horas de la “Gran Fiesta Patriótica”, la familia Cárdenas marcó su distancia con Andrés Manuel López Obrador.
Lo mismo hicieron, desde hace dos años, los familiares de Emiliano Zapata. El presidente los traicionó y permitió la construcción de una presa con la que no estaban de acuerdo. La ausencia de los Cárdenas y de los Zapata es el gran vacío, que pega en la columna vertebral de un cuerpo sin moral, como el de la 4T.
Ése es el panorama con el que entra al último año de gobierno López Obrador, perseguido por fantasmas del pasado que hoy reviven. Conasupo es hoy Segalmex, con un mismo sujeto: Ignacio Ovalle, al que hoy defiende el primer mandatario, así como protegió a un presunto violador como Félix Salgado Macedonio, o como resguarda a una delincuente, Delfina Gómez.
La muerte de más de 700 mil mexicanos, muchos de ellos por una pandemia que fue mal enfrentada, según los especialistas, será otro de los espectros que lo seguirán hasta Macuspana.
Tarde o temprano el país reconocerá como verdad el informe sobre los privilegios que tuvo la familia presidencial durante la mortandad. Para ellos, sí, Remdesivir.
Es la tormenta perfecta, que se puede convertir en maremoto, si se descontrola el sistema financiero internacional, quiebran bancos y esas masas confrontadas no encuentran una guía pacífica.
Las buenas intenciones y el apoyo a los pobres podrían convertirse en una pesadilla descomunal. Más aún cuando están bañadas de populismo. No hay dinero que alcance y el Banco del Bienestar está bajo sospecha como lavadero de dinero.
El sábado 18 de marzo vimos, entre otras cosas, el despliegue de algunos de los más de 23 mil Servidores de la Nación que engrosan la nómina de la Secretaría de Bienestar. Claro, la mayoría convencidos de su participación, ¡Nada más eso faltaba! Todos ellos significan un presupuesto superior a los tres mil millones de pesos al año. Por eso acudieron gustosos a arremolinarse ahí.
¿Servidores o siervos?
Los cuadros de estos servidores se componen de:
- 18 mil 894 enlaces, desplegados en todo el país, con un sueldo de 8 mil 482 pesos mensuales.
- 3 mil 736 trabajadores administrativos.
- 252 directores regionales, que reciben 50 mil 158 pesos mensuales.
- 32 delegados estatales o “superdelegados”. Ganan 87 mil 998 pesos al mes.
Hasta hace poco, el jefe de todos ellos era Gabriel García Hernández, coordinador Nacional de Programas Integrales de Desarrollo. Cercano al presidente AMLO, desde 2006.
Durante la elección de 2018, García Hernández fue responsable de desplegar una estructura partidista a favor de López Obrador; afiliar militantes a Morena y supervisar las asambleas municipales.
Es bajo esta descomunal estructura, que se expande la bonhomía del presidente de la República, convertido en moderno Robin Hood, que le quita el dinero a los ricos y clases medias para dárselo a los pobres, aunque algunos hayan muerto.
Por ello es por lo que resulta muy sospechoso el presunto robo de 136 millones de pesos a los Bancos del Bienestar hace unos días, cuando todavía no tiene ni estructura de verdadera institución financiera.
Es en medio de esas incongruencias, que ocurre esta nueva concentración. Lázaro Cárdenas Batel presentó su renunció el 17 de marzo, poco después de la confrontación de López Obrador con el ingeniero, su padre. AMLO decidió darla a conocer un día antes de la expropiación petrolera, para dañar lo menos posible “su fiesta”.
Fue una doble afrenta, pero ni todas las marchas o mítines del mundo podrán borrar el agravio al hijo del general, el Tata Cárdenas, al que también adoraba el pueblo hace 85 años.
No, no hay comparación alguna entre aquella gesta y lo que ocurre ahora. En aquel episodio histórico, la gente más humilde llevó al Zócalo sus pertenencias, sus animalitos, para ayudar con el pago de la deuda al vecino país. El pasado sábado 18 de marzo, hasta con 200 pesitos acarrearon a la gente. Otros, tenían que asistir, para no perder el trabajo.
Pero también hay los Solovinos, como les dijo una vez López Obrador, que fueron con toda la convicción y el corazón. Ojalá no los traicione también.
Lo peor fue el performance que algunos seguidores de AMLO escenificaron: la quema de un monigote que alude a la ministra Norma Piña, presidenta de la Suprema Corte. Como si no viviéramos en un país donde frecuentemente se lincha a víctimas inocentes, el discurso presidencial alienta este tipo de manifestaciones.
En un país tan dividido, impulsar el odio hará más peligroso el año próximo. Más aún ante las asechanzas de los vecinos del norte. Este domingo, mandaron una misión diplomática, compuesta de legisladores y encabezada por el embajador Ken Salazar, para aclarar algunas paradas, no sólo sobre el narco.
Se supo, que México ha concesionado a Estados Unidos la terminal marítima de Punta Venado, en Quintana Roo, hasta el 2037. ¿En qué régimen se otorgó? ¿Por qué no lo sabíamos?
Sin embargo, nos enteramos el domingo que dichas instalaciones fueron requisadas por la Marina y la policía estatal, lo que desató el enojo del gobierno y Congreso de aquel país.
De esto, López Obrador no nos dijo nada ayer en su maratónico discurso de una hora. De hecho, frenó toda alusión antiyanqui. Evitó desatar el patrioterismo, para no enemistarse más con los gringos. Pero ahora tiene que explicar ¿Cómo pedirá la unidad de los mexicanos, incluso de aquellos a los que nos ha insultado por participar en manifestaciones que él no organiza?
Con voz propia
Las cadenas de oración como política pública en Perú

Religión y vida pública
Uno de los efectos, inevitables pero posiblemente inesperados de las crisis, es que revelan los aspectos más sórdidos, más contradictorios, del comportamiento de las personas, los grupos e incluso de las instituciones públicas. En ese sentido, la profunda crisis política en Perú no ha sido especialmente distinta de las que ocurren en la actualidad en otros países de América Latina. La diferencia, si la hay, es que en Perú la crisis política se ha conjugado con otras crisis igualmente graves. Como en el resto de América Latina, están los efectos de la pandemia de coronavirus que hizo estragos en los sistemas de salud de la región, afectados cada uno por cualquier cantidad de insuficiencias y fallas en el diseño y en la operación de las instituciones de salud, así como por la corrupción.
Incluso se podría agregar en el caso de Perú, Argentina, México y Chile, el componente de la violencia generada a veces por grupos de narcotraficantes y a veces por otras organizaciones criminales. En Argentina, por ejemplo, ha sido especialmente grave el ataque en Rosario al Supermercado Único, propiedad de la familia de Antonella Rocuzzo, la esposa de Lionel Messi, el astro de la recientemente coronada selección nacional de futbol de ese país, fue objeto de ataques muy violentos que sacudieron a la opinión pública argentina. La situación es tan grave que el gobierno federal, al estilo de las autoridades mexicanas y colombianas, anunció que el Ejército participaría en los operativos de seguridad, lo que ha provocado amargos intercambios entre los actores políticos de aquel país. Sin embargo, en Perú se ha agregado un cuarto elemento a la crisis: las brutales inundaciones que han devastado, como siempre es el caso, las zonas más pobres de las regiones afectadas por esos fenómenos.

La ribera del río Chillón en Lima, 16 de marzo de 2023
Fue notable que, ante la realidad creada por ese cuarto elemento de crisis, el recién electo alcalde de Lima, la capital de Perú, Rafael López Aliaga, hiciera una serie de declaraciones en las que, además de culpar a todos los gobiernos previos por la magnitud de la crisis de inundaciones en la capital peruana, también aseguró que, además de no dormir, había cumplido con sus responsabilidades como alcalde de la capital más antigua de América del Sur, al promover y participar de una serie de “cadenas de oración” cuyo objetivo—según López Aliaga—era el de que las lluvias se movieran fuera de la zona metropolitana de Lima.
Una de las cosas más notables de esa declaración de López Aliaga es la manera en que su equipo de comunicación en la capital peruana usó una combinación de medios tradicionales y de mensajes en redes sociales para hacer de las “cadenas de oración” un elemento clave de su respuesta a las violentas, en más de un sentido, devastadoras inundaciones. Acá se puede ver la manera en que algunos de los medios peruanos, Radio Exitosa en este caso, informó que López Aliaga aprovechó una reunión con miembros del congreso y luego con funcionarios del gobierno nacional peruano, incluida la presidenta Dina Boluarte, para anunciar su “cadena de oración”. Horas después, cuando el huracán Yaku finalmente cayó sobre Lima y su zona metropolitana, con los efectos que ya todos conocemos, la reacción de López Aliaga fue la de atribuirse el curso que siguió ese fenómeno natural como un resultado de la “cadena de oración” que había promovido.
Es claro que cuando tenemos problemas no está de más invocar la ayuda de Dios o lo que sea en lo que cada persona cree. Es claro, además, que a diferencia de México donde hay una cierta tradición secularista que busca aislar a la política de la religión, en Perú no existen esas limitaciones. El Estado se declara abiertamente confesional, católico de manera más precisa y hay distintos puntos de contacto entre la religión y política en todos los niveles del gobierno de aquel país.
Sin embargo, el problema con lo dicho por López Aliaga es que, en un sentido, a pesar de que las autoridades nacionales peruanas advirtieron de la llegada de Yaku, él y su equipo parecían desestimar los efectos de ese huracán. Dada la manera en que reaccionaron, uno podría asumir que estaban listos, pues no se prepararon refugios, ni equipos que eventualmente pudieran rescatar a personas o grupos que se vieran aislados por las lluvias torrenciales.
Tampoco se tuvo el cuidado de limitar el tráfico de vehículos en las calles donde se sabía, por la historia de inundaciones previas, había mayores probabilidades de que hubiera problemas. Lejos de ello, se le apostó desde el inicio a la “cadena de oración” como respuesta de política pública. Incluso una semana después de que López Aliaga hiciera alarde del poder de su oraciones, llamó “intolerantes” a quienes le criticaron por la manera en que actuó como principal responsable de la seguridad de las personas que viven en Lima.
Que López Aliaga llame a otras personas “intolerantes” eleva la situación a otro nivel. Si algo le ha ganado fama pública al ahora alcalde de Lima no ha sido su disposición a ser tolerante. Más bien todo lo contrario. El alcalde se distingue, entre otras cosas, por su participación en la prelatura del Opus Dei, una estructura creada por Josemaría Escrivá de Balaguer durante los prolegómenos de la Guerra Civil española (1936-9), que se caracteriza por presumir de ser “estricta” en su comprensión y práctica del catolicismo.

Rafael López Aliaga durante su campaña presidencial de 2021. Tomada de Wikipedia.
No es posible reconstruir acá las notas características del catolicismo según el Opus Dei, pero es notablemente intolerante incluso con otros católicos que no comparten con la prelatura su manera de entender la realidad, el mundo e incluso la doctrina del catolicismo. Rechaza cualquier crítica a la Iglesia y ello les ha llevado, en más de una ocasión, a defender a notables depredadores sexuales. En Chile, por ejemplo, fueron miembros de la prelatura en aquel país quienes financiaron la defensa civil y canónica de Fernando Karadima, el superdepredador sexual. No sólo eso. Cuando Karadima todavía celebraba misas con público, se veía a estos miembros o simpatizantes de la prelatura, en las bancas de la parroquia del Sagrado Corazón en Providencia, una de las zonas más hermosas y ricas de Santiago de Chile.
López Aliaga lleva varios años tratando de ganar notoriedad y cargos de elección popular en Perú. Luego de ser regidor en el ayuntamiento de Lima a principios de siglo, se convirtió en uno de los líderes nacionales de Renovación Popular, organización con vínculos formales e informales de diversa naturaleza con el así llamado Sodalicio de Vida Cristiana, una “orden” religiosa del catolicismo nacida en Perú que, como la Legión de Cristo en México o el Instituto del Verbo Encarnado en Argentina, presume también de ser “estricta” en su comprensión de la doctrina católica y, como esas dos organizaciones, ha visto a varios de sus miembros enfrentar acusaciones por abuso sexual.
Los vínculos del alcalde de Lima con el Sodalicio de Vida Cristiana son tan profundos, que su compañera de fórmula en la elección presidencial de 2021 fue Neldy Mendoza, quien presume ser especialista en distintas disciplinas, aunque nunca ha acreditado esas capacidades. A pesar de las críticas que enfrenta por esas actitudes, es invitada frecuente a las actividades públicas de los grupos que forman parte del Sodalicio, por lo que observadores de la vida pública peruana la cuentan entre sus miembros o, por lo menos, sus simpatizantes. Y es que, como suele suceder con el Opus Dei y otras organizaciones “estrictas” del catolicismo, la pertenencia a esos grupos suele ser tratada como una suerte de secreto de Estado por las organizaciones y sus miembros.
López Aliaga, además, presume ser un político “provida”. No es claro cuántas personas habrían muerto en Lima por las inundaciones. Se sabe que hay un saldo de cinco personas que perdieron la vida por los efectos de Yaku, pero es difícil saber si todos vivían o murieron en Lima. En todo caso, lo que demostró López Aliaga es la fragilidad del discurso “provida” que caracteriza al Opus Dei y a grupos similares en el espectro de las derechas de América Latina. Se dicen contrarios al aborto, pero no parecen preocuparse por los efectos de desastres que podrían prevenirse o evitarse del todo para evitar la muerte de personas inocentes.
En la elección presidencial de 2021, en la que ganó Pedro Castillo en la segunda vuelta, el ahora alcalde de Lima fue abanderado del Partido Renovación Popular. Como tal, se hizo de poco menos del doce por ciento del voto en la primera vuelta. En la segunda vuelta, aunque no hubo un acuerdo formal para transferir votos, en los hechos sus electores apoyaron a Keiko Fujimori luego de que, en mayo de 2021 López Aliaga anunciara que él votaría por la hija del expresidente.
Un aspecto que no debe soslayarse de los llamados de López Aliaga a enfrentar los efectos de Yaku con una cadena de oración es que, a lo largo de los últimos 20 años, el ahora alcalde ha tratado de presentarse como un promotor de gobiernos racionales, eficaces, que operen a partir de criterios empresariales y no de criterios o preferencias políticas. En un sentido, esa posición choca con la de quien se abandona a lo que para algunos podría ser la “voluntad de Dios” pero, para otros, podría ser la expresión del descuido, del desaseo y la irresponsabilidad. En otro sentido, él está lejos de actuar con criterios racionales o eficaces, como lo demuestra este episodio.
López Aliaga se hizo del cargo que ahora ostenta, por cierto, con menos del 30 por ciento del voto de los limeños. Sólo 26 de cada 100 votaron por él. Fue así gracias al pésimo diseño de las leyes electorales peruanas que, aunque exigen una segunda vuelta en las presidenciales, permiten que una persona como López Aliaga, conocido por sus excesos verbales contra quienes no piensan o actúan como él incluso dentro de la Iglesia Católica, ocupen el cargo a pesar de no haber ganado la elección con algún margen que garantice que representa a los electores.
Con voz propia
La desinformación, la gran estafa de la opinión publicada

«Argumentando el bien común, nos someten a la desinformación más conveniente al poder»: analista
Por Alberto Vila
Cada vez se presta más atención al fenómeno de la desinformación qué opera como una gran manipulación de conductas políticas, sociales y económicas, de grandes colectivos sociales. El uso del falseamiento de informes, la proliferación de las mentiras intencionadas para favorecer a los intereses de los propietarios de los medios, son la expresión frecuente desinformativa. La desinformación sobre la guerra de Ucrania es un caso de censura informativa en el espacio OTAN.
Estas conclusiones sobre la desinformación partieron de los datos de un informe que la Universidad de Princeton publicó recientemente y que detectó que los adultos mayores tienen más probabilidades de compartir noticias falsas. En ese estudio los investigadores estadounidenses identificaron el aumento de usuarios hombres y mujeres de más de 65 años en Facebook y concluyeron que en esa red social los usuarios de mayor edad compartieron más del doble de artículos de noticias falsas que el grupo de edad más próximo, los de 45 a 65 años, y casi siete veces más que el grupo de edad más joven, de 18 a 29 años.
El efecto que tiene la información falsa sobre las empresas y la economía en general es enorme. Las audiencias tienden a ser receptivas a las noticias falsas. El control hegemónico de los grupos mediáticos facilita tal situación. Inclusive esos medios dicen actuar de fact-checking, de la información publicada. En cualquier caso, se verifica poco quién las fabrica y con qué motivos. Cómo combatir actualmente la desinformación, es la batalla que se libra en el mercado de los mensajes difundidos.
Sin razón aparente, el 29 de marzo de 2018, las acciones de Amazon bajaron un 5%, lo que equivale a la pérdida de 60.000 millones de dólares en valoración. Pero siempre existe un motivo para que una cotización baje tan repentinamente. Puede ser, simplemente, una percepción o una realidad, pero cuando hay un descenso de esta magnitud, significa que el mercado espera “algo”, y, en este caso, era una acción del Gobierno Federal Americano en contra de la compañía. El presidente Trump había usado su medio de comunicación preferido, Twitter, para quejarse de que Amazon no pagaba impuestos estatales ni locales, usaba el servicio de correos como su “chico de los recados”, causándole grandes pérdidas, y, además, era responsable de la quiebra de miles de comercios. Sin haberlo dicho explícitamente, el mercado de valores esperaba que la administración Trump actuara en contra de la empresa.
En Argentina, un grupo de investigadores, de Proyecto Desconfío y del Centro de Estudios sobre Medios y Sociedad (MESO), que trabaja para combatir el impacto de la desinformación en medios y redes sociales detectó que los adultos mayores de 60 años son los más afectados por las campañas de noticias falsas que circulan a través de WhatsApp. El consumo de mensajes engañosos y el desconocimiento de recursos para poder detectarlos motivó un estudio de campo con el fin de alertar sobre las consecuencias de la desinformación en esta población adulta y a aportar herramientas para poder combatirla.
En sus orígenes, la verificación de hechos era un proceso interno de los medios de comunicación que consistía en la revisión de los datos y los hechos de una noticia antes de su publicación. Los actores encargados de verificar eran los periodistas, que tenían que salir al exterior a buscar la noticia y tenían las herramientas y los conocimientos para identificar información falsa o engañosa. El paradigma cambia radicalmente con la llegada de internet. Este nuevo canal amplía el acceso a la información y permite al usuario generar y difundir sus propios contenidos, lo que abre las puertas a la infoxicación. El exceso de información y la llegada de múltiples canales por dónde difundirla, como son las redes sociales y la mensajería instantánea, entre otros, provoca una crisis de confianza hacia los periodistas, que redefine el ejercicio del fact-checking.
La infoxicación y los múltiples canales de difusión hacen que los periodistas no lleguen a todo. Los fact checkers actúan de manera reactiva desmintiendo hechos e información que ya circula en internet, pero nunca opiniones personales. Así pues, el fact-checking, tal como lo entendemos hoy, es un producto de la era digital. En 1994 nace en Estados Unidos Snopes, la primera plataforma de verificaciones en línea que aparece con el objetivo de validar y desmentir mitos, rumores y leyendas urbanas que circulaban por internet. La evolución de las falsedades en medios no ha hecho más que agravarse.
España es el escenario de imperios mediáticos que, a cualquier precio, sostienen el relato oficial de una monarquía directa heredera del franquismo. Para eso, argumentando el bien común, nos someten a la desinformación más conveniente al poder. Aquí, la tarea de los fact-checkers o verificadores es esencial en la era del exceso informativo y las redes sociales, pero para que la misión de acabar con la información falsa se cumpla, es necesario que cualquier ciudadano, alfabetizado digitalmente, sepa identificar este tipo de contenidos sin caer en falsedades o engaños.
***
El autor es economista y analista político, experto en comunicación institucional.
Este artículo se publicó originalmente en elobrero.es
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