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África

Egipto, velado

Egipto, atrapado en los símbolos de sus disputas, mientras la esperanza de la justicia y libertad cambia de rumbo

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Velos islámicos: Hijab. Niqab, Chador y Burka (de izq sup. a der. inferior) Foto: AFP/2009

Antonio Hermosa Andújar*

Casi una eternidad después del inicio de lo que se dio en llamar la primavera árabe, un hecho banal podría ser la trompeta con la que se anuncia en Egipto el advenimiento del invierno musulmán, desde hace tiempo presente por doquier en todo el territorio donde la primavera una vez estuvo presente. Las decenas de millares de gargantas que rugían exigiendo trabajo y libertad, que apostaron su vida a la esperanza de un cambio, y que tuvo su momento álgido en el derrocamiento de Mubarak de su trono, han dado paso tras las elecciones vencidas por los Hermanos Musulmanes al nuevo rostro del mimo: una periodista de televisión tocada con el hiyab. Las decenas de vidas segadas en el camino de la lucha por el cambio, por la transformación social y política de Egipto, han muerto así por segunda vez.

Claro que, según las nuevas autoridades político-religiosas, no hay motivo alguno de inquietud: ¿por qué alarmarse de que una chica televisionaria aparezca con esa prenda tan sexy cuando la usan aproximadamente el 70% de las damas en Egipto? (Lo que no se dice al respecto es cuántas lo hacen libremente, pero tampoco hay que entrar en minucias). Además, en tiempos de Nasser, todo el vestuario femenino relacionado con la tradición era objeto de mofa, y en los de Mubarak estaba literalmente prohibido salir por la tele enseñando sólo la (más)cara; ahora ya, finalmente, son libres, ya pueden ellas mismas elegir voluntariamente su indumentaria. Visto así, no queda sino aplaudir. Y el hiyab hasta se convertiría de un solo golpe en continuidad y símbolo del cambio iniciado en la Plaza Tahrir.

Y hay muchos más argumentos, no crean, a favor de tan delicado taparrabos cabellero. Prescindiendo de que si los indios tan amados por John Wayne vieran la televisión egipcia no sabrían si debajo del velo hay cabezas rapadas o cabelleras por cortar, sino que verían sólo barbas reforestando híspidamente las mejillas de la entera varonía del entorno, lo que les disuadiría, ¡puaf!, de invadir el país; prescindiendo de esa potencial invasión que casi nadie parece tener en cuenta, digo, el hiyab, ¡palabrita de niño-jesús musulmán!, es una prenda más de las de andar por casa; vaya, por la casa pública que es la ciudad, y si a nosotros, los occidentales, no nos devoraran ni nuestro orgullo ni nuestros prejuicios, ni quisiéramos imponer a todo ente respirante nuestra visión del mundo, seguro que ya sabríamos desde hace siglos y más siglos que nada se dice del mismo ni en El Corán ni en los Hadizes del Profeta, y que por lo tanto nada tiene que ver con la religión.

Más claro: que de símbolo machista, señal de sumisión de la mujer al hombre, nada de nada. Más aún cuando feministas como Fátima Mernissi sí creen encontrar alguna referencia sagrada al mismo es para proteger a la mujer de toda agresión sexual. ¡Palabrita de adultitos tolerantes musulmanes!

Todo esto está muy bien, sin duda. ¿Pero dicen algo El Corán o los Dichos del Profeta acerca de Clinton o, en general, de los Estados Unidos? ¿Y dejan de considerarlos por eso muchos musulmaníacos como las oriflamas del demonio, o del infierno, o de algún cruce entre ambos? Pues no señor, tampoco. Y ya ven lo religiosos que resultan. Por lo demás, si de lo que se tratara en la cuestión del hiyab es del fundamento sagrado de la sumisión de la mujer al hombre, simplemente nos habríamos confundido de tecla, pero me da en la nariz que igual daríamos con otra en grado de justificarla. Tampoco me queda clara otra cosa: pero entonces, qué, ¿aparece o no aparece en el libro sacro alguna referencia al pañuelito de marras? ¿O es que se pretende emular chapuceramente las antilogías de Protágoras, y no aparece cuando se trata de sumisión, pero sí aparece cuando se trata de proteger sexualmente a su portadora?

La cosa no acaba ahí; los Hermanos Musulmanes, los Musulmanes sin Hermanar, los Primos de unos, de otros o de los dos, los Musulmanes que se odian religiosamente por imperativo no coránico ni profético, etc., etc., también coinciden en que el hiyab no es discriminatorio, pues lo usa quien quiere, y por eso hay, en algunas calles musulmanas, preferentemente de día o con luz, jóvenes que los usan seguramente de complemento erótico de sus ajustadas faldas y ceñidas camisetas. No comporta sumisión, por tanto, vale la pena insistir; no es una coacción contra la mujer por parte de padres, maridos, novios o lesbianas, que también las hay, porque junto a las activistas con velo pasan velos sin activistas, con los que las usuarias dan pábulo a su feminidad –no provocan al barbimacho que espera su contoneo para incendiar su lujuria y promover su remedio en la hoguera-, al igualitarismo entre la mujer rica y la pobre; y también, cómo no, dan pábulo a su religiosidad, pues cómo cabría ir por la calle sin cierta dosis de santificación (y sin que ni Alá ni Mahoma lo hayan impuesto, lo que representa una rebelión, un cisma, contra las máximas autoridades religiosas, un auténtico chute sacro de vanidad: ¡nada me extrañaría que un día las condenasen a la hoguera por ello, sobre todo teniendo en cuenta lo mucho que les gustan a ambos dos las brasas!).

Lástima, dirá alguno, porque siempre hay quien se queja, que cuando van sin el citado taparrabos capilar y sufren por parte de los tolerantes islámicos agresiones y violencias no sólo verbales, pille siempre a la policía de turno mirando para La Meca; y luego, claro, cuando se quejan o denuncian, pues se les acuse de provocación: ¿se habrán pensado que los varones somos de piedra sin circuncidar, que los cabellos al viento nos inducen a la castidad y santidad del burka, por cuya rejilla trasparece al máximo, y no siempre, alguna piadosa caries ocular?

¡Vaya verbena de argumentos incontrovertibles!, pensarán: que una activista, máxime en una región como ésa, sea irremisiblemente irreligiosa; que el velo tape las diferencias de clase, cuando hasta hay pases de modelos de hiyab; que sea básicamente el fruto de una decisión libre y laica; o bien, mas sólo ocasionalmente, religiosa. Esa prenda se ha convertido sin más en símbolo de una disputa, y en ella el elemento que prevalece es el religioso. Incluso cuando ufanamente algunos musulmanes se remiten a la Declaración Universal de la Unesco como escudo jurídico de su aspiración al reconocimiento de la “identidad cultural”, y para defender con dicha norma “superior” los intentos locales de prohibirlo aquí o allá, en la que incluyen el uso del hiyab, ¿cabe pensar dentro del mundo musulmán en una cultura más allá o contraria de la religión?

Y si no es así, ¿por qué entonces la musulmanía al completo, desde los Hermanos Musulmanes y demás parientes próximos o enfrentados, como salafistas y chiís, por ejemplo, favorecen el velo y persiguen el desvelo, en nuevo y craso ejemplo de que no proviniendo el carácter sacro del mismo ni del Corán ni del Profeta hay gente por ahí que hace las veces de divinidad musulmana, demostrando cómo el hombre ensancha a voluntad el espacio religioso del Libro y su Dios? ¡No quiero pensar cómo responderá Alá a ese alarde politeísta el día que se entere del mismo: quizá los vuelva judíos ortodoxos o incluso efebos católicos, para mayor gloria de los genitales de sus pastores!

Un instrumento eficaz y silencioso de proceder a la consolidación interna del islamismo en las sociedades que emprendieron el camino de la revolución antes de terminar en el de la involución es la diplomacia. Máxime en un país como Egipcio, donde en absoluto se han apagado los ecos de ser el líder del mundo árabe que soñó Nasser, y que hoy es una niña mimada tanto por Israel, que quisiera mantener en vigor el tratado de Camp David, como por Arabia Saudí en su batalla político-religiosa con Irán, y viceversa; o como por Estados Unidos, que lo necesita como baluarte en el mundo árabe, sea para ejercer junto a Turquía presión sobre Irán, sea para frenar la influencia rusa –o china- en la región; o incluso por Europa, ante todo por Francia, el país más implicado en la cuestión Siria, sobre la que Egipto ya ha manifestado un nuevo y más profundo interés, intentando formar un grupo de contacto en el que participen países aliados y enemigos de Bachar Al Assad y entre sí, como Irán, Turquía y Arabia Saudí. La expulsión del tirano sirio del poder sería condición sine qua non de la nueva política a desarrollar.

Mientras tanto príncipe encantado internacional corteja a la princesa egipcia, y mientras ésta se aclara con lo que afirma querer, puede llevar a cabo su obra de islamización tranquila de la sociedad egipcia: ¿quién desde fuera recordará los derechos humanos en tanto obra por seducirla, y quién desde dentro podrá impedirlo sin guerra civil de por medio? Quizá la televisión siga siendo el gran escaparate de la totalitarización paulatina de la sociedad; y el espectador egipcio vea cómo, en aras de su libertad de elección, la nueva presentadora haya sustituido el hiyab por el nikab, el chador o hasta por su perfeccionamiento erótico: el burka; mucho más difícil será que vea los cabellos sueltos de la periodista que quiso ser libre y se topó con el Islam, castizo o postizo, y ataviada con un vestido cuyo escote atraiga a los castos Hermanos Musulmanes y demás siervos de la gleba religiosa mucho más que la noticia que esté dando, aun cuando se trate del reciente hallazgo de un manuscrito autógrafo del propio Alá en el que recompensa a los primeros que empezaron a asesinar y morir en su nombre, con el consiguiente reparto de su ración de huríes.

*El autor es escritor y filósofo español.

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África

África en alerta por asesinatos de periodistas: CPJ

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Martinez Zogo death

Todos los casos en impunidad revelan la incapacidad de los gobiernos para garantizar justicia a las familias de los periodistas asesinados

Por Joyce Chimbi

NAIROBI – El nuevo año trajo malas noticias para la libertad de prensa en el continente africano, con el brutal asesinato de un periodista y la sospechosa muerte de otro.

La jefa del programa para África del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ, en inglés), Angela Quintal, dijo que comenzar el año con la muerte de al menos dos importantes periodistas en una semana es una muy mala noticia y se espera que no sea una señal abominable para el año que comienza.

“El brutal asesinato del periodista camerunés Martínez Zogo, que fue secuestrado, torturado y asesinado en la capital, Yaundé, y la sospechosa muerte en accidente de tráfico de John Williams Ntwali, el periodista independiente ruandés, en Kigali, han dejado conmocionada a la comunidad de los profesionales de los medios, me siento mareada, y solo estamos a principios de año», declaró Quintal.

El Foro de Editores Africanos (TAEF, en inglés) también ha expresado su conmoción e indignación por estas muertes y tiene previsto realizar gestiones ante los gobiernos de Ruanda y Camerún para «exigir informes públicos completos sobre las circunstancias que condujeron a sus muertes».

Por desgracia, no se trata de incidentes aislados.

Leer más: Gobierno de México omite casos de periodistas asesinados y autores intelectuales en investigaciones

 

Sólo en 2022, el CPJ documentó al menos seis periodistas asesinados en África subsahariana murieron en misiones peligrosas o en fuego cruzado, y confirmó que cuatro de ellos, los somalíes Ahmed Mohamed Shukur y Mohamed Isse Hassan, y los chadianos Evariste Djailoramdji y Narcisse Oredje, fueron asesinados por su labor informativa.

“En estos cuatro casos, los periodistas murieron en misiones peligrosas o en fuego cruzado, en relación con su trabajo. Seguimos investigando la muerte en Kenia del periodista paquistaní Arshad Sharif y de Jean Saint-Clair Maka Gbossokotto en la República Centroafricana para determinar si sus muertes están relacionadas con su trabajo periodístico», explicó Quintal.

La jefa para el continente del CPJ afirmó desde Nueva York que Somalia sigue encabezando el Índice Global de Impunidad del Comité como el peor país en el que «los asesinos de periodistas invariablemente salen libres, y no hay rendición de cuentas ni justicia por sus muertes».

Otros seis periodistas fueron asesinados en 2022 en casos relacionados con su trabajo en el continente:  Abdiaziz Mohamud Guled y Jamal Farah Adan (Somalia), David Beriain y Roberto Fraile (Burkina Faso), Joel Mumbere Musavuli (República Democrática del Congo), y Sisay Fida (Etiopía).

En total, es el mismo número de periodistas asesinados en África que durante 2021.

Rwandan Journo

El CPJ ha solicitado una investigación de la muerte del periodista John Williams Ntwali en Kigali. Ntwali fue un periodista independiente que expuso los abusos contra los derechos humanos en Ruanda y denunció que era víctima de amenazas de muerte. Imagen: Captura de pantalla de CPJ / YouTube-Al Jazeera

Quintal ha declarado que la muerte de Sisay este mes es el primer caso confirmado desde 1998 de asesinato de un periodista en Etiopía. El CPJ sigue investigando la muerte de Dawit Kebede Araya en ese país en 2021 para determinar si estaba relacionada con su labor periodística.

“Con diferencia, la mayoría de los periodistas asesinados son reporteros locales. De los seis de 2021, dos periodistas rusos fueron asesinados en Burkina Faso, y seguimos investigando el asesinato el año pasado en Kenia del periodista paquistaní Arshad Sha para determinar si el motivo estaba relacionado con el periodismo”, añadió Quintal.

Añadió que “en 2022 y 2021 se produjo el mayor número anual de asesinatos de periodistas desde 2015, cuando el CPJ documentó al menos 11 asesinatos, y rezo para que no volvamos a los oscuros días de asesinatos de dos dígitos. Un periodista asesinado es un periodista de más».

Quintal denunció los niveles de impunidad y la incapacidad de los gobiernos para garantizar justicia a la mayoría de los periodistas asesinados y a sus familias, una tendencia que se refleja en otras partes del mundo.

Puede leer aquí la versión en inglés de este artículo.

En todo el mundo, según el informe anual 2022 del CPJ, los asesinatos de periodistas aumentaron casi 50 % en medio de la anarquía y la guerra, y en 80 % de ellos ha habido impunidad total.

“Esto ilustra un pronunciado declive de la libertad de prensa en todo el mundo, algo que también vemos en términos de cifras récord en el número de periodistas encarcelados en todo el mundo”, subrayó Quintal.

Precisó, además, que “en 2022 se registró el mayor número de periodistas encarcelados en todo el mundo en 30 años. Con la cifra récord de 363 periodistas entre rejas al 1 de diciembre de 2022”.

La directora editorial del CPJ, Arlene Getz, señala que «en un año marcado por el conflicto y la represión, los líderes autoritarios redoblan su criminalización de la información independiente, desplegando una crueldad cada vez mayor para sofocar las voces disidentes y socavar la libertad de prensa».

Ante este escalofriante panorama, Quintal dijo a que las soluciones a corto plazo incluyen la voluntad política de los gobiernos, acompañada de los recursos financieros y humanos necesarios, para detener, procesar y condenar a los culpables de crímenes contra periodistas.

“Es hora de que los gobiernos cumplan sus promesas… Deben envíer una señal clara de que habrá consecuencias por dañar a un periodista”, remarcó.

También hay una necesidad urgente de invertir en formación sobre seguridad, tanto para periodistas físicos como digitales, y en visados de emergencia para periodistas en apuros.

“Aquí es donde la comunidad internacional puede desempeñar un papel importante. Las misiones diplomáticas en países donde los periodistas están amenazados por los gobernantes, por ejemplo, pueden ayudar a los periodistas locales que necesitan trasladarse en caso de emergencia», dijo la activista por los derechos de los periodistas africanos.

A su juicio, “los gobiernos deben llevar a cabo investigaciones exhaustivas e independientes para poner fin a la violencia contra los periodistas, y debe haber consecuencias políticas y económicas para quienes no lleven a cabo investigaciones adecuadas que cumplan las normas internacionales”.

Las soluciones a largo plazo, añadió, incluyen que los países establezcan e inviertan recursos en mecanismos especiales para proteger a los periodistas, como los que existen en lugares como México. Pero advierte de que no han cumplido sus promesas, en gran medida por falta de recursos, capacidad y voluntad política.

Infórmate: México, tercer país con más asesinatos de periodistas en este siglo –

 

Los gobiernos también deben dar prioridad a la protección, las investigaciones creíbles y la justicia.

Y cuando los gobiernos locales fracasen, a su juicio «los Estados extranjeros también deberían recurrir a la jurisdicción universal para perseguir a los acusados de asesinar a periodistas», tal como Alemania está procesando a un miembro del escuadrón del ex presidente de Gambia, Yahya Jammeh, responsable del asesinato de Dedya Hydara, redactor jefe de The Point.

Por su parte, TAEF, el Foro de Editores, sigue lamentando estas muertes, presionando a los gobiernos pertinentes para que respondan a la creciente lista de periodistas asesinados y hagan justicia a los afectados en la promoción de la libertad de prensa.

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Fuente: ipsnoticias.net

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África

Somalia al borde de la hambruna y medio millón de niños podría morir a mediados de 2023: ONU

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Somalia corre riesgo de que medio millón de sus niños mueran en 2023

 

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió que Somalia podría enfrentar una situación de hambruna dentro de unos meses y que hasta medio millón de niños y niñas menores de cinco años podrían morir para mediados de 2023.

Somalia ha evitado caer en situación de hambruna a finales de este año 2022 ante el agravamiento de la crisis económica y las continuas sequías, según un estudio de agencias de Naciones Unidas y organizaciones no gubernamentales, si bien han advertido de que esta situación podría registrarse en tres áreas durante el segundo trimestre de 2023.

Lee más: Pobreza en África impacta esfuerzos por poner fin al matrimonio de niñas

La Clasificación Integrada de las Fases de la Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés), refleja que 8,3 millones de somalíes podrían sufrir inseguridad alimentaria grave entre abril y junio de 2023, lo que supone «un nivel de necesidad sin precedentes» tras cinco temporadas consecutivas de lluvias escasas y el aumento de los precios de los alimentos.

El informe refleja que 214.050 personas están en fase 5 en el último trimestre de 2022, cifra que podría aumentar a 322.010 entre enero y marzo y a 727.100 entre abril y junio.

«Para evitar la hambruna y unas peores condiciones humanitarias en Somalia es necesaria una acción urgente para una respuesta multifacética, incluida seguridad alimentaria, nutrición y agua, saneamiento e higiene».

Lee más: Ministra de Sudáfrica dice al secretario de Estado de EEUU que Palestina, al igual que Ucrania, “merecen su territorio y libertad”

«La hambruna es proyectada entre abril y junio de 2023 entre poblaciones agrícolas y ganaderas en los distritos de Baidao y Burhakaba, en la región de Bay, y entre desplazados internos en Baidoa y Mogadiscio«, ha señalado en su informe. Así, ha especificado que «estas áreas ya experimentan niveles muy altos de desnutrición aguda y mortalidad consistente con situaciones de emergencia» y ha advertido de que «un número creciente de personas podrían estar en niveles catastróficos».

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Con información de Europa Press.

 

 

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África

Conflictos, corrupción y cambio climático incrementan a 828 millones de hambrientos en el mundo

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Corrupción y cambio climático han aumentado la crisis de hambre en el mundo

ROMA – Los conflictos bélicos, como causa principal, junto con las presiones económicas por malos manejos, el impacto de la Covid-19 y los choques climáticos, han elevado a 828 millones el número de personas que padecen hambre en el mundo, reportó este jueves 13 el Programa Mundial de Alimentos (PMA).

“Seamos claros: las cosas pueden empeorar y empeorarán a menos que se haga un esfuerzo coordinado a gran escala para abordar las causas profundas de esta crisis. No podemos tener otro año de hambre récord”, dijo el director ejecutivo del PMA, David Beasley, en un comunicado.

Si 828 millones de personas se acuestan con hambre todas las noches, la cantidad de personas que enfrentan inseguridad alimentaria aguda aumentó, de 135 millones en 2019 a 345 millones en la actualidad, y 50 millones de personas en 45 países están al borde de la hambruna.

La editora recomienda: Millonario desperdicio de alimentos en el mundo: 45 países al borde de la hambruna, advierte la ONU

El conflicto sigue siendo el principal impulsor del hambre, ya que 60 % de las personas que sufren hambre en el mundo viven en zonas azotadas por la guerra y la violencia, según el reporte adelantado por el PMA con motivo de conmemorarse el 16 de octubre el Día Mundial de la Alimentación, que este año tiene como lema: «No dejar a nadie atrás».

Los acontecimientos que se desarrollan en Ucrania “son una prueba más de cómo el conflicto alimenta el hambre, obligando a las personas a abandonar sus hogares y acabando con sus fuentes de ingresos”, expuso el reporte.

“Con demasiada frecuencia, son los conflictos los que sumergen a los más vulnerables en una hambruna catastrófica, con comunicaciones interrumpidas, acceso humanitario restringido y comunidades desplazadas”, expuso el PMA.

“Las cosas pueden empeorar y empeorarán a menos que se haga un esfuerzo coordinado a gran escala para abordar las causas profundas de esta crisis. No podemos tener otro año de hambre récord”: David Beasley.

También los choques climáticos –materializados por ejemplo en prolongadas sequías y recias inundaciones en distintas partes del globo- destruyen vidas, cultivos y medios de subsistencia, y debilitan la capacidad de las personas para alimentarse.

Lee más: Alimentos alcanzan precios récord por invasión de Rusia a Ucrania

Las consecuencias económicas de la pandemia, como la inflación, el endurecimiento del crédito y la interrupción de las cadenas de suministro, también contribuyen a llevar al hambre a niveles sin precedentes, se indicó.

El PMA dice que hay en el globo un “anillo de fuego” que lleva a millones de personas al borde de la inanición, el cual va desde el Corredor Seco centroamericano y Haití hasta Afganistán, pasando por el Sahel (estepas en el centro africano), África oriental, Siria y Yemen.

En países como Nigeria, Sudán del Sur y Yemen, el PMA ya se enfrenta a decisiones difíciles, como reducir las raciones para poder llegar a más personas. Esto equivale a quitarle comida al hambriento para dar de comer al más hambriento.

Las consecuencias de no invertir en actividades de resiliencia repercutirán más allá de las fronteras, sostiene el PMA, pues si las comunidades no están empoderadas para resistir los impactos y las tensiones a las que están expuestas, esto podría resultar en aumento de la migración, desestabilización y conflicto.

“La historia reciente nos lo ha demostrado: cuando el PMA se quedó sin fondos para alimentar a los refugiados sirios en 2015, no tuvieron más remedio que abandonar los campamentos y buscar ayuda en otro lugar, lo que provocó una de las mayores crisis de refugiados de la historia europea reciente”, recordó el reporte.

El PMA destacó que si bien las necesidades han aumentado en gran medida, los recursos no, y esa agencia de las Naciones Unidas requiere 22 200 millones de dólares para llegar con auxilios alimentarios a 152 millones de personas en 2022.

La mira de la agencia está en los gobiernos donantes, pero también en empresas e incluso en personas individuales con recursos o audiencias para sus mensajes.

Los costos también están en su punto más alto: los costos operativos mensuales del PMA están 73,6 millones de dólares por encima del promedio de 2019. Con ese dinero se pudo alimentar a cuatro millones de personas durante un mes.

Sin embargo, la agencia subraya que para lograr el hambre cero, el dinero no es suficiente. “Solo la voluntad política puede poner fin a los conflictos en lugares como Yemen, Etiopía y Sudán del Sur”, insistió el informe.

“Y sin un compromiso político firme para contener el calentamiento global como se estipula en el Acuerdo de París (de 2015), las principales causas del hambre seguirán sin disminuir”, concluyó el reporte.

 

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