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¿Corrupción o gobernabilidad?
Los partidos políticos han sido la cuna de corrupción del Estado mexicano y su principal sostén, la impunidad
Francisco Bedolla Cancino*
Más allá de colores y filiaciones partidistas, la regla dorada con la que se manejan las elites políticas y burocráticas del Estado mexicano es simple de enunciar: los escaños de representación y los altos cargos públicos, además del presupuesto fiscal, son botín de su propiedad. Tan cruda y natural es la vigencia de dicha regla que hasta parece una necedad traer a cuento el concepto de corrupción. Y sí, ciertamente, existe una feroz competencia entre dichas elites por hacerse del mayor trozo del pastel de los recursos públicos, siempre y cuando se respete la contraparte de esa regla dorada: que jamás ninguno de los depredadores ponga en entredicho su derecho compartido a depredar la riqueza nacional y a lastrar el futuro de las generaciones presentes y venideras. El nombre de esta regla sólo ocupa una palabra: impunidad.
Las noticias de actualidad ofrecen pruebas fehacientes del extraordinario oficio mostrado por la partidocracia para conservar bajo su control colegiado el jugoso negocio denominado Estado mexicano, cuyo secreto oculto es la férrea disciplina a las reglas de la competencia interna por el botín y a las reglas de la cooperación para preservar a la sociedad excluida del goce y el disfrute de los recursos que sólo en la letra muerta de la Constitución y las leyes son públicos. Un recuento breve de lo más sonado viene a cuento.
En el seno del color azul, Luis Alberto Villarreal, coordinador de los diputados del PAN, se lleva las palmas. En la balanza de la lucha por la presidencia de dicho partido, Pablo Emilio Madero privilegió el apoyo de dicho personaje por sobre los fuertes indicios de los “moches” que cobraba a los presidentes municipales por canalizarles recursos del presupuesto público, más los indicios de otros actos de corrupción que se siguen acumulando. Tan delicado es el tema que Madero vetó abiertamente la iniciativa interna de su partido de abrir una investigación sobre Villarreal y, yendo en sentido contrario, tan luego se confirmó su victoria sobre Cordero, ratificó al diputado como coordinador.
Hasta ahora, la lógica estratégica exhibida por el PRI y el PRD, los socios comerciales del PAN en el negocio llamado México, estriba en dar por entendido que “la ropa sucia se lava en casa”. Dicho en otras palabras: la corrupción en las altas esferas es un asunto que invoca la aplicación de las reglas no escritas de cooperación entre las elites, no las reglas de la competencia.
Del lado del PRI, se cuecen también sus habas. Cuauhtémoc Gutiérrez, líder del PRI capitalino con licencia, ha sido exhibido públicamente en sus prácticas de comercio sexual, mediando el uso de los recursos materiales, humanos y financieros de su partido, que por disposición constitucional es un órgano de interés público que se beneficia del financiamiento público.
Frente a tamaño escándalo, el mejor argumento de César Camacho, actual presidente del PRI, ha sido deslindarse de su dirigente y señalar que se trata de un situación estrictamente personal, a la cual el dirigente habrá de responder en su calidad de ciudadano. Se trata de un razonamiento curioso, por decir lo menos, en el que el PRI se des-responsabiliza por los actos de un alto dirigente suyo, investido como tal en los términos de la normatividad partidista. Bajo este entendido, la conclusión falaz está a la vista: la organización no tiene por qué hacerse cargo de las malas prácticas de sus dirigentes.
Tan curioso como lo anterior, o más, resulta el hecho de que, más allá de las demandas tardías presentadas en secuela a la información exhibida por Multivisión, el PAN y el PRD le han prestado mucho menos de la atención debida al tráfico sexual del líder priista. Peor aún, en el caso del PRD capitalino, pese a contar con los elementos suficientes, ha sido evidente la poca disposición de la Procuraduría a impulsar una averiguación a fondo.
El trasfondo de estas historias que involucran a las elites políticas y burocráticas sin distingo de partidos es a todas luces evidente: como no hay quien se encuentre libre de pecado, el acuerdo tácito o explícito entre los líderes de los partidos políticos es que nadie tira pedradas en contra de la corrupción. En lenguaje coloquial, esto significa que “entre gitanos no se leen las cartas”; o, mejor aún, que “perro no come perro”.
En una situación como la descrita, los escenarios posibles y probables resultan poco edificantes. El combate a la corrupción carece de la palanca y el punto de apoyo necesarios para rendir buenos resultados. Más probable resulta que la señal de impunidad emanada de las elites, como ha venido sucediendo, opere en las cadenas de mando como una invitación abierta a beneficiarse del uso y el manejo de los recursos públicos.
De entre las consecuencias esperables más perniciosas de la corrupción pueden señalarse la pérdida de oportunidades de desarrollo, la agudización de la pobreza y la polarización política. En tal virtud, frente a la indiferencia y la insensibilidad de los responsables de la política nacional, las preguntas sobre el futuro del país se tornan angustiantes y dramáticas. Y, dentro de ellas, señaladamente una: ¿cuáles son los límites dentro de los cuales la corrupción puede seguir funcionando sin vaciar de sentido y provocar la quiebra irreversible de la institucionalidad democrática?
Por lo visto hasta ahora, enfáticamente con la integración por cuotas partidistas de las instituciones estatales clave (IFAI, COFETEL, INE, etc.), puede darse por descontado que las elites proceden en el entendido de que su doble arreglo para competir por el botín y para cooperar para evitar intrusiones es funcional para preservar la gallina de los huevos de oro y preservar su posición de privilegio.
Una mirada ajena, y nada complaciente, apunta a descubrir los barruntos de una situación amenazante. A la par del crecimiento de la pobreza y el hartazgo por los excesos de la corrupción y la impunidad, nuestra economía muestra señales de crecimiento poco satisfactorias, que hacen dudar de la pertinencia y la eficacia de las festinadas reformas estructurales.
Una hipótesis cada vez más fuerte es que la economía mexicana está al borde de no generar lo suficiente para alimentar los afanes depredatorios de las elites y contener los efectos de la pauperización. Quizás en breve las elites señaladas se encuentren insertas en el dilema de elegir entre preservar la corrupción o la gobernabilidad.
*Analista político
@franbedolla
Con voz propia
El Tren Maya, la ceguera de la ambición: Obispo Raúl Vera

Raúl Vera, fraile dominico y obispo emérito de Saltillo, reflexiona en este texto sobre su experiencia como jurado del Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza que condenó la construcción del Tren Maya durante la sesión del 9 al 12 de marzo de 2023 y de cuya sentencia dimos cuenta en Los Ángeles Press, el 13 de marzo.
La ceguera de la ambición: El Tren Maya
La Iglesia nos presenta el capítulo 9 del Evangelio de San Juan para este cuarto Domingo de Cuaresma, cuyo tema es la curación de un ciego de nacimiento.
Cuando van pasando frente a ese ciego de nacimiento, los discípulos le preguntaron a Jesús: ¿Quién pecó, éste o sus padres? Ello para saber por qué estaba ciego. A lo que Jesús les dijo que ni él ni sus padres, sino que es así para que se cumpla la obra de Dios.
“Jesús escupió en tierra, hizo barro con la saliva, se lo untó en los ojos al ciego y le dijo: «Ve a lavarte a la piscina de Siloé (que significa Enviado)». Él fue, se lavó, y volvió con vista (Jn.9,6-7). La gente preguntaba si era el ciego que se sentaba a pedir en la plaza, a lo que él respondía: «Soy yo». Y cuando le preguntaban qué había pasado, él explicaba lo que había sucedido, afirmando: «Jesús es un profeta». Por ello, porque él decía la verdad y porque los fariseos no querían reconocerlo, los fariseos lo expulsaron del lugar, quitándole con ello la protección y atención.
Quisiera reflexionar con ustedes este Evangelio junto a la experiencia que acabo de tener desde el Tribunal Internacional de los Derechos de la Naturaleza, celebrado del 9 al 12 de marzo pasado en algunos de los estados por donde atravesará el megaproyecto del llamado Tren Maya. Ahí tuvimos la oportunidad de escuchar testimonios de las personas que nos dijeron de manera contundente todos los daños que están haciendo a toda la naturaleza y cómo están dañando la vida de ellas y ellos, así como a la cultura maya. Ahí vimos la ceguera del gobierno federal.

El obispo emérito de Saltillo, Raúl Vera y Mina Morsán, al visitar las áreas afectadas por la construcción del Tren Maya el 13 de marzo de 2023.
Vimos la ceguera de los encargados de construir este tren, los militares. Vimos la ceguera de quienes están alterando el sistema ecológico y la vida de nuestros hermanos maya. Eso es un ecocidio y un etnocidio y sólo lo pueden hacer personas que no ven, que no tienen la mirada para reconocer la riqueza cultural que el mundo maya tiene, ni el destrozo terrible de la selva, la destrucción de los cenotes, depósitos de agua dulce y casa para una gran cantidad de fauna de la región. ¿Cómo es posible que estén con los ojos cerrados? ¿Cómo es posible que sólo tengan una visión económica y de negocio? Hemos visto la ceguera de la ambición de parte de quienes están conduciendo la construcción de ese tren.
Les doy un abrazo,
Fr. Raúl Vera López, O.P.
Obispo Emérito de Saltillo
Lecturas del domingo 19 de marzo del 2023, Cuarto Domingo de Cuaresma:
1Sam.16,1b.6-7.10-13a;
Sal.22,1-3a.3b-4.5.6;
Ef.5,8-14;
Jn.9,1.6-9.13-17.34-38.
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Religión y política en Nicaragua

Este fin de semana, el régimen de Daniel Ortega decidió poner su relación con la Santa Sede en una suerte de limbo. No habla de romper relaciones, pero es un paso adicional que agrava una crisis que recuerda a una enfermedad crónica. En el corazón de la crisis en Nicaragua yace una profunda y profunda contradicción, una paradoja si se quiere, de la Iglesia Católica.
A pesar de que los obispos, sacerdotes, monjas y laicos católicos se encuentran hoy en día en las mismas trincheras de la oposición al régimen de Ortega, y lo hacen con un gran riesgo personal, la propia Iglesia jugó un papel clave en la configuración del régimen que ahora los persigue, como en el caso del obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez.
El antiguo arzobispo de Managua, Manuel Obando Bravo fue, hasta su muerte en 2018, un invitado frecuente de los mítines políticos y otras actividades públicas del régimen de Ortega. Lo hizo, contra la voluntad de otros obispos y a pesar de que—según las reglas de la Iglesia—renunció a su cargo de arzobispo de Managua en 2005, cuando cumplió 75 años.
El papel de Obando revela una serie de rasgos del comportamiento público de los obispos católicos. Uno de ellos, probablemente el más importante, es la obsesión que tienen muchos obispos por encontrar un socio confiable en la política con quien puedan recrear el modelo de Iglesia protegida, preferida o incluso oficial, más comúnmente asociado con el relato de la conversión al cristianismo del emperador romano Constantino, en el año 312. Ese relato hace ver el ascenso del cristianismo como una suerte de feliz coincidencia con un gobernante que estuvo dispuesto a ya no perseguir e incluso a hacer oficial a la “nueva” religión. El asunto, sin embargo, es que ese relato es bastante ingenuo y engañoso, pues era una religión ya con más de 270 años de práctica.
Las implicaciones de este tipo de comportamiento de los obispos católicos romanos van mucho más allá de Nicaragua. Es una de las características de la Iglesia que se puede ver hasta hoy en Europa Central y Oriental, sobre todo en Hungría y en la relación entre el cardenal Péter Erdő y el primer ministro Viktor Mihály Orbán; en algunas naciones africanas, donde el cristianismo y más precisamente el catolicismo juega un papel clave en la vida pública; en diferentes momentos de América Latina e incluso de Estados Unidos, donde surgieron huellas de este modelo en la relación que algunos obispos norteamericanos desarrollaron y sostienen, hasta el día de hoy, con Donald Trump y su movimiento. La idea general es que un político ofrece algún tipo de protección a la Iglesia que, a cambio, proporciona un sentido de unidad, de propósito común, de solidaridad a la política.
La clave de la paradoja que revela la actual crisis de Nicaragua es la noción misma de intercambio y la medida en que dicho intercambio mutila la capacidad de la Iglesia para cumplir una función básica del liderazgo religioso: el ejercicio de la parresía, es decir, de su propia capacidad de decir la verdad al poder. La parresía es clave para el liderazgo religioso, como lo enfatiza Jesús en el pasaje del Evangelio de “dar al César lo que es del César”. Es una calle de doble sentido que requiere la capacidad de los líderes religiosos para hablar y actuar libres de la influencia de los compromisos políticos que surgen de los intercambios en los que se vieron envueltos el difunto cardenal Obando y Ortega.
¿Qué se intercambió? Al igual que en los Estados Unidos con Trump y ya antes con el Partido Republicano y en muchos países latinoamericanos, los políticos y los obispos utilizaron las leyes contra el aborto como un factor clave de esos acuerdos. Ortega, allá por 2005, completó el largo camino de una conversión bastante falsa al catolicismo. Lo hizo al casarse por la Iglesia con su compañera de mucho tiempo, Rosario Murillo, y luego de una serie de escándalos en su vida privada y pública que incluyeron las acusaciones de Zoilamérica Ortega Murillo, hijastra de Daniel Ortega, de abuso sexual allá por 1998.
Como suele ser el caso, el abuso sexual es casi imposible de probar en los países latinoamericanos, por lo que la acusación terminó convirtiéndose en un callejón sin salida, pero Zoilamérica, la hija de Rosario Murillo de una relación anterior con Jorge Narváez Parajón, ha reiterado consistentemente su denuncia contra Ortega y sigue siendo hasta el día de hoy una de las más duras críticas de Ortega.
A diferencia de Obando, quien estaba más que dispuesto a recibir a Ortega con los brazos abiertos en la Iglesia Católica, para presidir y bendecir su matrimonio de 2005 con Rosario, Chayo, la actual vicepresidenta y Primera Dama de Nicaragua, Zoilamérica es la única hija del matrimonio Ortega-Murillo que ha hecho sonar todas las alarmas sobre la verdadera naturaleza del régimen y carácter personal de Ortega. El resto de sus hijos e hijas se parecen más a las familias reales saudí o jordana que a sus homólogos europeos o a las familias de otros presidentes latinoamericanos. Son una red numerosa de familiares del líder que se benefician de su relación privilegiada con el gobierno a diferentes niveles. Lo que es peor. Recuerda en todo a las formas, la manera de ejercer el poder de la “dinastía” Somoza.

El obispo de Matagalpa, Rolando Álvarez (Izq.) y el obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.
Las formas de ejercer el poder de Ortega fueron evidentes desde su primer mandato como Jefe de Estado (1985-1990) y desde entonces ha utilizado el poder derivado de su posición como líder del Frente Sandinista de Liberación Nacional (1990-?). Nadie puede decir que le sorprenda la forma en que estuvo dispuesto a emular a Enrique IV de Borbón, cuando decidió convertirse del protestantismo al catolicismo para poder convertirse en rey de Francia.
Si París valió una misa para el rey Enrique, Managua valió su conversión del marxismo ateo para Ortega. Además de dicha conversión y el matrimonio católico presidido por el mismo cardenal Obando, Ortega ofreció una de las leyes antiaborto más duras de América Latina, que impide ese procedimiento incluso en casos de riesgo para la salud de la madre.
Al hacerlo, Ortega no estuvo solo. Desde finales de la década de 1990 hasta principios de la de 2010, en diferentes países de América Latina se reformaron leyes más bien “liberales” que permitían algunas formas de aborto, especialmente cuando se percibía un riesgo para la salud de la madre. En Nicaragua estas leyes fueron aprobadas por el Congreso con Ortega como líder de la oposición en 2006. Dos años después, Ortega cierra el trato cuando, ya como presidente tras las elecciones de 2007, promulga el Código Penal de 2008 que incluía severos castigos para las mujeres y el personal médico involucrado en estos procedimientos.
Como puede verse, la agenda del “izquierdista” Frente Sandinista de Liberación Nacional parece indistinguible de la del muy “conservador” Partido Republicano de Estados Unidos, más aún después de los nombramientos de Trump a la Corte Suprema. Otro elemento clave del intercambio Obando-Ortega fue la emisión de los permisos requeridos para que la Iglesia poseyera y operara estaciones de radio y televisión desde donde pudo transmitir su mensaje de que, en este momento, a mediados de los años pasados, era más que acoger con Ortega. Fue un elogio abierto de su voluntad de entregar lo que una comprensión más bien miope e ingenua del catolicismo y el cristianismo exigía a cambio de su apoyo. En ese asunto, el comportamiento del régimen de Ortega es indistinguible, por ejemplo, de los gobiernos supuestamente de derecha que igualmente dieron concesiones de radio y TV a la arquidiócesis de Tegucigalpa, en Honduras.
Ortega entregó las concesiones y/o permisos mientras preparaba lo que ahora muchos obispos llaman una “dictadura”. Y no hay duda de que es una dictadura que tiene como objetivo censurar lo que los obispos pueden hacer o decir. Pero es, y no hay forma de evitarlo, una dictadura que felizmente contribuyeron a construir.
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Las nubes son música, cuando la música se convirtió en nubes

Un día de diciembre de 2019, San Pedro y San Pablo Ayutla, Oaxaca, se quedaron en silencio absoluto. Los instrumentos que transmiten la poesía y la música habían desaparecido. Se los llevaron personas desconocidas.
Cuatro días después del robo, Enrique García Meza habló con Anna Maciel sobre lo que significa contar una historia, no sólo lo del robo, sino el arte que hacen los niños mixes. De ahí surgió la idea de un documental.
“Un pueblo sin arte y sin cultura ¿a dónde va?. Visibilizar esto puede ser complicado, porque los vemos diferentes, alejados. Comprender la importancia del arte es parte de lo que buscamos en el documental”, dice en entrevista Enrique García Meza, director del documental Las nubes son música, que cuenta esta historia.
“El robo de 26 instrumentos musicales de la Banda Filarmónica Municipal Mixe de San Pedro y San Pablo Ayutla, nos llevó a rodar este documental”, explica García Meza.
Para realizar el documental, García Meza pidió permiso a la asamblea comunitaria de San Pedro y San Pablo Ayutla, Mixe, después al Comité de Madres y Padres de la Banda Filarmónica.
En entrevista, García Meza habló del proceso que llevó durante el acopio de información y rodaje del documental Las nubes son música.
«No estuvimos presentes en la asamblea comunitaria. Después de la asamblea teníamos que exponer al comité», recuerda el cineasta.
¿Cómo vivir sin música?
Nacido en la Ciudad de México, García Meza, ha trabajado durante 30 años en la producción cinematográfica. Entre sus logros se encuentra haber dirigido el documental Ayotzinapa, el paso de la tortuga.
Al rememorar el documental dedicado a Ayotzinapa, García Meza recuerda como surgió Las nubes son música: “Es que no puedo imaginar como es posible que los niños y jóvenes se quedaran sin música”.
–¿Qué les dijeron los padres de familia?.
–El comité es impresionante. Nos trataron muy bien, increíble –recuerda–, la autoridad era la parte dura. Sin saber exactamente, tengo la sensación de que hicimos el documental gracias al comité.
Las nubes son música contó con Anna Maciel, quien comparte créditos como guionista, sonidista y productora ejecutiva. El guión se escribió a partir de que las niñas y niños se quedaron sin instrumentos musicales.
–Algunas veces los había escuchado; y me gustaba, pero lo del robo de sus instrumentos me llamó la atención, o dolió.
Y agrega: “Cuando lo platiqué con Anna Maciel, resonó esa sensación o preocupación de que a las niñas y niños se les caía la posibilidad de hacer y tocar música”.
Recuperar el sonido que habita en la naturaleza
Con 20 años de experiencia como tallerista de cine en comunidades rurales y semiurbanas, el cineasta dice que era necesario recuperar el sonido que habita en la naturaleza.
“Así fue como llegamos a la historia de la banda filarmónica en Oaxaca, donde viven Brandon Chávez y su abuela doña Luciana de Jesús María, don Fidel García y Adanelly Martínez”, explica.
El preparativo para el rodaje inició meses después del robo de los instrumentos en 2019.
“Primero leímos todo lo que encontramos publicado sobre el robo, luego leímos sobre ellas y ellos y, en base a eso, escribimos una escaleta. Después contactamos a Yasnaya Aguilar por medio de Diana Manzo, porque no las conocíamos, pero ellas denunciaron el robo”.
Pedir permiso
–¿Qué les dijeron en la asamblea? –insisto.
–Expusimos dos veces a ellas y ellos, eso sí, ahí estaban las autoridades del pueblo. Al exponer les explicábamos de qué trata un documental y el proceso que conlleva.
Cuando los documentalistas tuvieron el contacto enviaron una carta donde pedían permiso a la asamblea comunitaria para entrar, conocer y grabar. La misiva tuvo respuesta de inmediata, la asamblea los invitó para platicar el plan de rodar Las nubes son música.
–¿Qué pasó después de que estuvieron en la asamblea? –aprieto.
–Luego, conocimos y eso nos ayudó a identificar varias cosas que deseábamos y muchas otras. Y claro, modificamos la escaleta casi en su totalidad. Y comenzamos a grabar, celebra García Meza.
Y añade “las niñas y los niños son los que andan fascinados por la música de Brandon, y ellos ejecutan. Ayer, Brandon me mandó las partituras, un chingo de hojas para inscribirnos por ahí.
El rodaje se topó con la pandemia de covid-19; esto afectó a los cineastas durante la grabación en la comunidad.
“Cada ida a Ayutla, significaba pedir permiso a la asamblea y esperar la autorización”.

Cartel oficial de Las nubes son música
Enrique García Meza dice que un día le plantearon realizar un documental sobre el robo de los instrumentos. La invitación también le llegó a Guillermo del Toro.
–Al día siguiente, esa idea también se la propusieron a Guillermo, y tampoco le gustó. Sin embargo Guillermo dijo: “¿y la historia de las y los niños mixes?”.
–¿Cuándo fue esa invitación? –pregunto.
–Tenía unos cuatro días lo del robo. Hablamos de lo significativo que era contar no sólo lo del robo, sino el arte que hacen, y un pueblo sin arte y sin cultura a dónde va. Visibilizar esto puede ser complicado, porque los vemos diferentes, alejados y comprender la importancia del arte es parte de lo que buscamos en el documental.
La historia esta ambientada en San Pedro y San Pablo Ayutla, Mixe. “Donde la historia de los pueblos indígenas, está presente a través de la poesía y la música todo el tiempo, en la naturaleza, en las palabras e incluso en las tareas cotidianas”.
La mirada del documentalista está puesta sobre una pequeña parte de la vida en un pueblo y, sobre todo, mostrar sus lazos comunitarios.
*** Fuente http://piedepagina.mx
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