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Estados Unidos

Bernie Sanders: “La gente está cansada de ser ignorada mientras los ricos se siguen enriqueciendo”

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El senador de Vermontt criticó el enriquecimiento de la población más rica

El senador de Vermont, líder influyente de la izquierda estadounidense desde su juventud, explica por qué los sindicatos de ambos lados del Atlántico deben reafirmar su poder

Por Owen Jones/eldiario.es

Ambos son un caso insólito en el mundo político de sus respectivos países. Durante mucho tiempo estuvieron relegados en un margen del espectro político: Bernie Sanders, el senador estadounidense octogenario que inspiró a un ejército de votantes mucho más jóvenes que él; y el sindicalista Mick Lynch, un extrabajador de la construcción e hijo de inmigrantes irlandeses que ha alcanzado notoriedad en Reino Unido como líder del sindicato de Trabajadores Ferroviarios, Marítimos y del Transporte (RMT). “Creo que Lynch ha conseguido llegar al corazón de la gente”, dice Sanders.

El líder de facto de la izquierda estadounidense ha puesto su considerable peso político al servicio de una nueva campaña llamada Enough Is Enough (Ya basta) y que intenta luchar contra la creciente crisis del coste de la vida en Reino Unido. La campaña ha sido auspiciada en parte por Lynch y el su sindicato RMT. “’Ya basta’, curiosamente, es una expresión que utilizamos mucho”, dice Sanders.

“La gente está harta de trabajar a menudo más horas por salarios bajos, harta de que sus hijos tengan un nivel de vida inferior al suyo y harta de que los multimillonarios se hagan cada vez más ricos mientras ellos se quedan atrás. ¿Por qué, con todos los avances tecnológicos a nuestra disposición, la población no ve una mejora en el nivel de vida? ¿Por qué no aumenta la igualdad, en vez de reducirse? ¿Por qué el nivel de vida se deteriora, en lugar de mejorar? Eso es lo que pregunta Lynch, eso es lo que pregunta Enough Is Enough, y es un mensaje que ha calado porque la gente está cansada de ser ignorada mientras los ricos se enriquecen más”.

 

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El ascenso de Bernie Sanders

Sanders sabe muy bien cómo abrirse paso en la política, aunque él lo consiguió a los 70 años. Nacido en el seno de una familia judía de clase trabajadora de Nueva York, se convirtió en alcalde de Burlington (Vermont) a los 40 años y más tarde en miembro de la Cámara de Representantes y senador. Independiente desde hace mucho tiempo, aunque a menudo se ha aliado con el Partido Demócrata, Sanders ha defendido causas que durante mucho tiempo han sido ignoradas por los demócratas de la corriente principal, como la sanidad universal, la abolición de las tasas estudiantiles, los derechos de los trabajadores y el movimiento antibélico. Pero su espectacular ascenso, cuando pasó de ser un candidato situado en un extremo marginal a ser un finalista en la carrera para la candidatura demócrata en las presidenciales de 2016, estuvo impulsado por dos factores principales.

El primero fue la crisis financiera, que puso de manifiesto las desigualdades y la inseguridad que recaían de forma desproporcionada sobre las espaldas de los estadounidenses más jóvenes. El otro fueron las expectativas creadas por la victoria de Barack Obama en 2008 que, para millones de estadounidenses con un nivel de vida estancado, se vieron finalmente defraudadas. Aunque ni su candidatura de 2016 ni la de 2020 tuvieron éxito, movilizaron un movimiento que revitalizó a la izquierda estadounidense y la transformó en una fuerza política importante en el Partido Demócrata y fuera de él.

Esto hace que vuelva a centrar su atención en una pasión constante, y en el tema del que quiere hablar conmigo: las perspectivas del movimiento obrero estadounidense. Hablamos por teléfono, pero él pronuncia todas sus apasionadas afirmaciones con el mismo entusiasmo de un mitin. El hilo conductor de todas sus respuestas es la política de clases. Esto es menos novedoso en la política progresista del lado europeo del Atlántico: en un reciente mitin, Lynch proclamó “la clase obrera ha vuelto”, pero durante mucho tiempo se ha considerado ajena a Estados Unidos, que promovía el mito de la ausencia de clases. Un mito políticamente conveniente en un país en el que, según Sanders, tres megamillonarios acumulan más riqueza que el 50% más pobre de la población.

 

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Una organización sindical “sin precedentes”

Sin embargo, el senador de Vermont nacido en Brooklyn tiene una nueva misión: desplegar su peso político detrás de los esfuerzos por unir las luchas de los movimientos obreros de Estados Unidos y de Reino Unido. Este miércoles, Sanders llevó su característico discurso a un mitin del sindicato ferroviario en el centro de Londres.

Los movimientos sindicales de Estados Unidos y de Reino Unido son mucho más débiles que la mayoría de sus homólogos occidentales. En EEUU, los sindicatos han estado durante mucho tiempo obstaculizados por el “temor a los rojos” y las leyes antisindicales del llamado “derecho al trabajo”, pero se vieron gravemente debilitados bajo el mandato del presidente republicano Ronald Reagan, cuyo gobierno, en 1981, despidió a más de 11.000 controladores aéreos en huelga para dar una lección a otros trabajadores. En la actualidad, poco más de uno de cada 10 trabajadores estadounidenses está sindicado. El sindicalismo británico no sufrió una derrota tan profunda, pero el número de trabajadores sindicados, aproximadamente una cuarta parte de la población activa, representa la mitad del nivel que alcanzó en 1979.

¿Cree Sanders que ambos movimientos sindicales están aprendiendo la lección? “Creo que lo que estamos empezando a ver en Estados Unidos es una aceleración significativa de la organización sindical”, afirma. “Estamos viendo que hay más trabajadores que se organizan en sindicatos, que se presentan a la Junta Nacional de Relaciones Laborales para obtener la certificación, más que desde hace mucho tiempo”.

Lo que le ha hecho ser más optimista son las luchas de los trabajadores en dos empresas que se caracterizaban por su falta de músculo sindical, Starbucks y Amazon. Sanders se unió recientemente a los trabajadores de Starbucks en huelga en un piquete en Boston. Después de que más de 85 organizadores sindicales fueran despedidos por la cadena de café en los últimos meses, la junta laboral ha presentado múltiples denuncias contra la empresa. Ahora, el apoyo de Sanders ha hecho que esta reivindicación alcance notoriedad nacional. “En Starbucks y Amazon, cientos de trabajadores se están uniendo a los sindicatos; en Amazonse están enfrentando a Jeff Bezos, la segunda persona más rica del mundo. Estamos viendo las luchas en los campus universitarios, en los hospitales, entre el personal de enfermería… Estamos viendo una organización sin precedentes en comparación con lo que hemos visto en los últimos años”.

Miembros del sindicato de trabajadores de Staten Island, en Nueva York

Miembros del sindicato de trabajadores de Staten Island, en Nueva York.

Sanders aborda una aparente contradicción: “Las clases medias disminuyen y los ricos se hacen cada vez más ricos, hay más apoyo al movimiento sindical en EEUU: vemos que la población tiene mucha más confianza en los sindicatos que antes”. Y tiene razón: el año pasado, el 68% de los estadounidenses dijeron a los encuestadores que aprobaban los sindicatos, el nivel más alto desde 1965, mientras que las encuestas en Reino Unido han demostrado que la mayoría de los británicos en edad de trabajar apoyan la actual ola de huelgas. Sin embargo, eso no se ha traducido en que la mayoría se afilie a un sindicato. ¿Por qué?

“En Estados Unidos, las empresas ponen enormes trabas a los trabajadores para que puedan ejercer el derecho constitucional de formar parte de un sindicato”, señala Sanders. “La junta laboral determinó que Starbucks había despedido a trabajadores y cambiando de puesto a trabajadores que estaban formando sindicatos, algo que es ilegal. Estamos viendo cómo las empresas amenazan a los trabajadores con irse a China. Hay una oposición corporativa masiva a que los trabajadores formen sindicatos en el país”.

Destaca otra barrera enorme: “Estados Unidos tiene medios de comunicación que ciertamente no simpatizan con los sindicatos, que muy pocas veces hablan de las ventajas de los sindicatos, como mejores condiciones de trabajo, salarios, pensiones, etcétera. Como es obvio, los medios de comunicación son propiedad de unos cuantos grandes consorcios que no hablan de cuestiones de clase, de cuestiones económicas. Todo eso contribuye a dificultar la organización de los trabajadores”.

El poder de los jóvenes

Sin embargo, existe una tradición de militancia entre los trabajadores de EEUU, a pesar de los intentos de eliminarla, sobre todo en la década de 1950 bajo la percusión de McCarthy. Durante la Gran Depresión de los años 30, las olas de huelgas se extendieron por todo el país. ¿Ve Sanders un paralelismo? “Sí, lo veo. En los años 30, hubo un aumento masivo de organización y afiliación, y los trabajadores lucharon con valentía: hicieron sentadas, se enfrentaron a los intereses poderosos. Lo que estamos viendo ahora es una frustración real con respecto a la inflación y los salarios, ya que el trabajador medio estadounidense gana menos que hace casi 50 años, teniendo en cuenta los aumentos de productividad. Está peor que hace medio siglo. Es una locura”.

Teniendo en cuenta que empresas como Starbucks llevan tanto tiempo consiguiendo socavar las organizaciones sindicales, ¿por qué se ha producido un estallido de estos movimientos? “Te diré por qué, en mi opinión: muchos de los trabajadores de Starbucks son gente más joven. Muchos de ellos tienen títulos universitarios y observan lo qué está pasando: [ven que] sus sueldos no se ajustan a la inflación, no pueden pagar la vivienda o la sanidad o la deuda estudiantil, se están quedando cada vez más atrás en comparación con sus padres, y se enfrentan al propietario de Starbucks –Howard Schultz– diciendo: ‘¡Valéis 4.000 millones de dólares! ¿Qué problema tienes si nos organizamos como trabajadores? Y la respuesta de Schultz se limita a intentar despedir a los trabajadores e intimidarlos. Hasta cierto punto, se trata de una lucha generacional, multirracial, principalmente de gente joven, pero no exclusivamente, que se enfrenta a un multimillonario”.

Starbucks niega todas las acusaciones de represalias. Un portavoz de la empresa dijo a The Guardian que “estas personas ya no están en Starbucks por haber violado la política de nuestras tiendas. El interés de un socio en un sindicato no le exime de las normas que siempre hemos mantenido. Seguiremos aplicando nuestras políticas de forma coherente para todos los socios”.

Lo cierto es que la relación entre el movimiento obrero estadounidense y los progresistas más jóvenes no siempre ha sido armoniosa, por no decir otra cosa. En los años 60 y 70, los sindicatos estadounidenses estaban dirigidos por el rudo exfontanero George Meany, ferviente partidario de la guerra de Vietnam, que denunciaba a los manifestantes estudiantiles como “chiflados”. El punto álgido fue el llamado “Hard Hat Riot” de 1970, cuando cientos de trabajadores de la construcción y de las oficinas atacaron físicamente a los estudiantes que protestaban en Nueva York. ¿Existe esta vez una esperanza de solidaridad entre los sindicalistas y la naciente izquierda joven estadounidense?

“Ese tipo de unidad es algo en lo que estamos trabajando”, dice Sanders. “Ya he celebrado tres mítines con dirigentes sindicales progresistas en Chicago, Filadelfia y Boston. Lo que vemos en estos mítines es que los sindicalistas se unen a los progresistas más jóvenes y la unión de esas fuerzas, los jóvenes que luchan por la justicia económica y racial con un movimiento sindical, tiene un potencial increíble. Para responder a la pregunta: es absolutamente imperativo que los unamos – y estamos tratando de hacerlo”.

La relación de Bernie Sanders con Joe Biden

Cuando los trabajadores estadounidenses lucharon contra la patronal en los años 30, contaron con la ventaja de la comprensión y el músculo político del presidente, Franklin D. Roosevelt. El actual mandatario, Joe Biden, ha prometido repetidamente ser “el presidente más pro-sindical de la historia”, pero su carrera ha estado ligada durante mucho tiempo al establishment y a las facciones “centristas” del partido demócrata. Sanders dice que conoce al presidente “razonablemente bien” y señala la plataforma política de 110 páginas que su equipo elaboró con el equipo de campaña de Biden en 2020, con grupos de trabajo que abarcan áreas que van desde la sanidad hasta el medio ambiente.

“Lo que el presidente ha reconocido es que había, y hay, un movimiento de trabajadores, de jóvenes, que están hartos del statu quo, y creo que cuando hicimos el Plan de Rescate Americano [para ayudar a EEUU a superar la pandemia de la COVID-19] fue una de las piezas legislativas más consecuentes para los trabajadores en la historia moderna. Cuando hicimos la legislación Build Back Better [un amplio paquete de medidas relacionadas con la política social y la crisis climática], contaba con el apoyo del presidente para un programa de transformación multimillonario, y fue saboteado por un par de senadores conservadores, pero él dijo: ‘Estaré al lado de los trabajadores del país y me enfrentaré a los grandes intereses económicos’”.

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Esto difiere de algunas de las versiones más pesimistas sobre Biden de la izquierda estadounidense, que todavía se tambalea por las dos derrotas de Sanders en la candidatura presidencial. Pero su optimismo no surge tanto de la candidez con la que habla de Biden como de una firme creencia en la capacidad de las luchas desde abajo para doblegar a los poderosos para que actúen a favor de los intereses de los trabajadores. “Estamos viendo un movimiento progresista de gente en todos los estados de este país que está empezando a ir más allá de la política incremental, preguntando: ‘¿Cómo es posible que todos los países ricos de la Tierra -incluido Reino Unido- tengan asistencia sanitaria universal, mientras que nosotros tenemos un sistema disfuncional? ¿Por qué en otros países la educación universitaria es gratuita, cuando en este país es escandalosamente cara?”.

Durante nuestra conversación le indiqué que en mi opinión sus campañas ponen el foco en el descontento de la población, lo magnifican y lo encauzan. “Lo que hizo mi campaña fue plantear problemas, y el establishment descubrió de repente a millones de personas descontentas con el statu quo que querían un cambio transformador”, dice. Sanders pone el ejemplo de que el presidente se comprometió la semana pasada a cancelar hasta 10.000 dólares de la deuda estudiantil. “¿Fue tan lejos como quería? No, pero ¿es un paso significativo para aliviar la terrible carga que sufren los jóvenes? Sí, será de gran ayuda”. Otro ejemplo es la recientemente aprobada Ley de Reducción de la Inflación que, entre otras cosas, reduce los precios de los medicamentos con receta y promueve las energías limpias. “De nuevo, no llegó tan lejos como las reivindicaciones de nuestra campaña pero, en muchos de esos temas, se ha ejecutado parte de lo que exigíamos”.

Lecciones para el futuro

¿Cuál serán los siguientes pasos de la izquierda estadounidense? El optimismo juvenil de este senador de 80 años parece no tener límites. Lo próximo, dice, será hacer crecer el movimiento obrero y vincularlo al movimiento progresista. “Puede que lo sepan o no, pero, cuando llegue enero, en términos políticos, habrá una presencia progresista subyacente más fuerte en la Cámara que en cualquier otro momento de la historia moderna. Estamos viendo logros a nivel político, a nivel organizativo, así que estamos progresando”.

Sin embargo, todo esto depende de obligar al presidente a salir de su zona de confort. Sanders sigue siendo uno de los políticos más populares de Estados Unidos, y sus campañas animaron a una izquierda estadounidense a atreverse a soñar con alcanzar el poder político absoluto. ¿Qué lecciones podría aprender una futura campaña de sus intentos, que transformaron el debate político en EEUU, pero no le aseguraron la presidencia?

Sanders suelta una risa que cualquiera reconocerá: la risa de “no quiero hablar de esto ahora”. “Esa es una pregunta larga, ¡una pregunta muy larga!”. De nuevo, destaca los logros de su campaña, subrayando que “una parte importante de la sociedad no está contenta con el statu quo, que está harta de la desigualdad de ingresos y de riqueza y que quiere cambios fundamentales en nuestro sistema económico y político”. Pero está claro que cree que la hostilidad del establishment le ha perjudicado. “Cuando te enfrentas a la clase política, a los medios de comunicación y a las empresas, no es fácil. Necesitamos tiempo y ciertamente no tuvimos ese lujo”.

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También me pregunto si reconoce que Enough Is Enough ha surgido en gran parte por el vacío dejado por una dirección laborista en Reino Unido que ha abandonado cualquier pretensión de cambio transformador. Sanders es diplomático. “Creo que no es diferente a lo que estamos viendo en el Partido Demócrata. No puedo opinar sobre el Partido Laborista, no sé lo suficiente”, dice. En referencia a los partidos tradicionales de centro-izquierda que luchan en el norte global, el senador añade: “Como la clase trabajadora está cada vez más alejada del proceso político, esos partidos no les sirven. Por eso los demócratas tienen que elegir: ¿son el partido de la clase trabajadora o de la élite?”.

El legado de Sanders, sin duda, es que reunió a grupos fragmentados de personas descontentas para crear un movimiento muy visible y articulado con peticiones firmes. Tal vez, solo tal vez, pueda lograr lo mismo contribuyendo a unir los movimientos obreros, cada vez más reivindicativos, a ambos lados del Atlántico.

Traducción de Emma Reverter

Fuente: eldiario.es

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Estados Unidos

En juicio, Criterios de Fianza de Emergencia para delitos menores en Los Ángeles

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Los fallos del juez Riff tendrán importantes consecuencias para la ciudad

Por Rodolfo Soriano Nuñez

Mañana, miércoles 22 de marzo, el juez Lawrence Riff decidirá una serie de casos con consecuencias inmediatas para la manera en que se establecen las fianzas por delitos menores en el condado de Los Ángeles, California. Uno de los posibles resultados de los fallos que el juez Riff emitirá es el regreso de los Criterios de Fianza de Emergencia (Emergency Bail Schedule), por los que para faltas y delitos menores (misdemeanors y low-level felony offenses), se fijan fianzas equivalentes a cero dólares.

El condado de Los Ángeles cuenta con el sistema carcelario más poblado de todo Estados Unidos y se caracteriza por sus condiciones marcadamente injustas e inhumanas. La Cárcel Central de Hombres, Men’s Central Jail, llega a encarcelar hasta 17 mil personas. Este sistema carcelario, además, está marcado por notables injusticias basadas en la raza y el ingreso de los arrestados.

Entrada de la MCJ en Los Ángeles. De la cronología en Twitter de @LApubdefunion

Los afroamericanos, además de los latinos e hispanos están marcadamente sobrerepresentados en las cárceles. En la MCJ, el 21 de marzo de 2023, estaban encarceladas un total de 14 mil 25 personas. De ellas, siete mil 657, poco más del 50 por ciento, eran latinas o hispanas, además de que poco más de cuatro mil se identificaban como afrodescendientes, poco menos de un tercio del total. Ello contrasta con el hecho que, de acuerdo a los datos de la Oficina del Censo, 70 por ciento de la población en el condado se identifica como blanca o caucásica, 49 por ciento lo hace como latina o hispana y sólo el nueve por ciento se ve a sí misma como afrodescendiente.

Lo que es peor, casi la mitad de las 14 mil personas en la tercera semana de marzo de 2023 en la MCJ están ahí en la etapa llamada de “pre-juicio”, es decir, los preparativos antes de que su caso sea resuelto por un juez y/o jurado. Además, siete de cada diez personas en la MCJ están ahí porque no cuentan con los recursos para poder pagar una fianza.

El 14 de noviembre de 2022, seis reclusos y la organización Clérigos y Laicos Unidos por la Justicia Económica (Clergy and Laity United for Economic Justice, CLUE), presentaron una demanda que cuestiona los criterios por los que establecen las fianzas luego de que se desahoga la etapa de la audiencia de arraigo. Esos criterios son especialmente dañinos para las personas pobres, los afrodescendientes y los latinos e hispanos, pues esas audiencias de arraigo ocurren entre dos y hasta cinco días después del arresto. La gran mayoría de las personas bajo arresto, además, no pueden recibir la ayuda de un abogado o hablar con un juez hasta que se les presenta para esa audiencia de arraigo. Sólo quienes pueden contratar los servicios de un abogado privado pueden consultarlo. Quienes dependen de los abogados de oficio (Public Defenders), no.

Lo que resulta de ese modelo es que se encarcela a las personas que no pueden pagar un abogado privado o no tienen el dinero o las propiedades para pagar una fianza. Ello hace que la población en las cárceles crezca sin límite. El propio condado de Los Ángeles lo admitió cuando respondió a un señalamiento de la American Civil Liberties Union, ACLU, como parte del caso Rutherford vs. Luna, caso que actualmente se encuentra en la etapa de litigio, pero del que es posible derivar conclusiones importantes.

Entre las más notables, Leslie Bailey, la directora del proyecto Justicia Pública para los Deudores de las Prisiones, Public Justice Debtors’ Prison, que forma parte del equipo que litiga los casos que el juez Riff decidirá mañana señala, en este sentido, que “la política del condado de Los Ángeles de encarcelar personas porque no pueden pagar una fianza, no sólo es inconstitucional. Es devastadora para las personas, para sus familias y sus comunidades. Nadie debería sufrir las condiciones inhumanas que existen en las cárceles o perder su empleo o su patrimonio porque no pueden comprar su libertad.

Ello es más importante pues, como ella misma explica, “las fianzas en efectivo no reducen los índices de crímenes ni ofrecen alguna garantía de seguridad”. Y concluye: “los angelinos merecen algo mejor que esto y seguiremos apoyando a nuestros valientes clientes en su lucha por un sistema justo, uno en el que el derecho fundamental a la libertad no dependa del tamaño de la cuenta de banco”.

Salil Dudany, abogado y miembro del equipo que litiga algunos de los casos que resolverá mañana 22 de marzo el juez Riff, hace ver que existen mejores soluciones al problema de la seguridad pública: “el condado de Los Ángeles sabe, gracias a sus propios datos, que los Criterios de Fianza de Emergencia, aprobados al inicio de la pandemia fueron un éxito. La severa sobrepoblación y las condiciones inhumanas que existen en las cárceles del condado son también una crisis de derechos humanos y reformar los criterios para establecer las fianzas es fundamental para resolver el problema».

Dudany se dice confiado en que «los líderes de la ciudad de Los Ángeles darán respuesta a este problema de las políticas sin sentido de fianzas e inviertan en alternativas que la ciudad necesita desesperadamente para encontrar una solución que de verdad ofrezca seguridad pública a las comunidades».

El pastor metodista Gary Williams, que además de promover estas reformas ha sido afectado por las políticas de fianzas, hace ver que encerrar a miles de personas porque no tienen dinero es absurdo e injusto y destaca la oportunidad que tiene el sistema judicial en Los Ángeles para resolver el problema.

Como señala el Vera Institute of Justice en uno de sus documentos de trabajo, la evidencia está ahí: «luego de décadas de lucha de distintas organizaciones sociales, la Junta de Supervisores (Board of Supervisors) del condado se comprometió a realizar cambios y a disminuir el uso del encarcelamiento mediante una estrategia de apoyo primero. Cuando comenzó la pandemia del COVID-19, la población encarcelada se redujo en un 30 por ciento, inspirando aún más interés de la Junta de Supervisores en reducir el número de personas en la cárcel y cerrar la MCJ».

El jueves 23 de marzo, una vez que se conozcan los fallos del juez Riff, la Coalición por la Justicia en Los Ángeles (JusticeLA Coalition), el Civil Right Corps y Public Justice, ofrecerán una conferencia de prensa en la que, además de discutir los resultados darán cuenta de los siguientes pasos en este proceso.

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Estados Unidos

Trump, en pánico ante posible imputación por comprar el silencio de una actriz porno

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Trum en pánico

Por Hugo Lowell/ Nueva York 

Donald Trump ha mantenido varias reuniones en los últimos días planificando su respuesta política y legal ante la que va a ser su semana de mayor riesgo jurídico desde que dejó la Casa Blanca. Es probable que el fiscal del distrito de Manhattan, Alvin Bragg, presente una acusación penal contra él por su papel en el pago a la estrella de cine para adultos Stormy Daniels a cambio de su silencio.

En su red Truth Social, el ex presidente estadounidense publicó en mayúsculas que esperaba ser “ARRESTADO EL MARTES”. También pidió a sus partidarios que se unieran a las protestas, un recuerdo funesto de los tuits con que los incitó a la protesta en los días previos al ataque del 6 de enero contra el Capitolio de EEUU.

Según fuentes cercanas a Trump, la fecha de este martes como día de la acusación de Bragg es sólo una conjetura, después de ver en los medios de comunicación que la oficina del fiscal del distrito se ha puesto en contacto con el servicio secreto de EEUU para hablar sobre medidas seguridad en caso de una acusación formal.

Un gran jurado de Nueva York está escuchando las pruebas del resucitado caso de 2016. Para este lunes estaba programado el testimonio de un nuevo testigo, lo que hace improbable que se produzca un arresto al día siguiente. Redactar los documentos de la demanda, una vez terminado el testimonio, es algo que puede llevar horas. Aparentemente, el testigo de este lunes era Robert J Costello, que comparecía a petición del equipo jurídico de Trump. En su día, Costello fue el asesor jurídico del ex abogado de Trump Michael Cohen, pero ambos se han enemistado desde entonces. Es probable que el objetivo del testimonio de Costello sea desautorizar a Cohen.

El expresidente republicano ha acusado también al presidente estadounidense, Joe Biden, de estar detrás de la acusación del fiscal. “Biden quiere fingir que no tiene nada que ver con el asalto a la democracia de la Fiscalía de Manhattan cuando, de hecho, ha ‘llenado’ la oficina del fiscal con gente del Departamento de Injusticia”, escribió en Truth Social.

Bragg, un demócrata electo como fiscal de distrito por voto popular, afirmó el domingo que no se dejará intimidar por las protestas. El ex presidente dedicó varios mensajes a denostar a Bragg, a quien acusó de recibir más de un millón de dólares “del izquierdista radical enemigo de TRUMP, George Soros”.

A su vez, uno de los portavoces de la Casa Blanca, John Kirby, ha señalado que las fuerzas de seguridad están alerta ante las posibles movilizaciones trumpistas. “Controlamos siempre la situación lo mejor que podemos. Y obviamente no queremos que haya violencia, desde luego no hasta el extremo de lo que vimos el 6 de enero” de 2021, ha dicho Kirby en la cadena Fox en referencia al asalto al Capitolio.

El fiscal de distrito de Manhattan, Alvin Bragg, y la cónsul general de España en Nueva York, Claridad Batalla Junco, firman un convenio el 30 de agosto de 2022 Ángel Colmenares / EFE

Los frenéticos mensajes de Trump demuestran el profundo pánico y ansiedad que siente el expresidente ante la inminencia de una probable demanda penal, sostienen fuentes cercanas. Sobre todo, porque no tiene manera de impedir que la oficina del fiscal siga adelante con un caso que llevará a Estados Unidos a territorio legal desconocido, con Trump intensificando la campaña para convertirse en el candidato republicano a la presidencia en las elecciones de 2024.

En estos días, Trump y sus aliados han dejado caer la idea de que una demanda por comprar el silencio de Stormy Daniels puede beneficiarlo políticamente: sus votantes republicanos podrían ver la resurrección de un caso de hace años como una auténtica “caza de brujas”, en palabras del expresidente. Pero también es cierto que el propio Trump siente un profundo temor por la posibilidad de una acusación penal.

La semana pasada, Trump habló todos los días sobre el caso. Sus asesores dicen que han barajado varios escenarios si se produce la demanda, como si el expresidente debe ir a Nueva York para una comparecencia o si debe hacerlo a distancia desde su complejo residencial de Mar-a-Lago, en Florida.

Trump ha mostrado interés en comparecer en persona ante el tribunal penal de Manhattan, donde se cree capaz de transformar el proceso en un espectáculo para los periodistas presentes, sostienen las mismas fuentes. El sábado por la tarde planteó esa posibilidad mientras viajaba hacia Oklahoma para un campeonato de lucha de la NCAA, la Asociación Nacional de Atletismo Universitario de EEUU (National Collegiate Athletics Association por sus siglas en inglés).

Algunos miembros de su equipo jurídico le desaconsejan la comparecencia en persona por temas de seguridad, entre otras preocupaciones. Le han pedido que les permita negociar una presentación inicial a distancia y una fecha de entrega acordada, cuando sea notificada la acusación.

Estrategia de la defensa

El equipo jurídico de Trump ya está trabajando en la estrategia de defensa. Joe Tacopina y Susan Necheles, dos abogados contratados para el caso, argumentaron que una acusación centrada en el incumplimiento de la regulación de financiación de campañas no se sostiene y que en 2012 ya se intentó sin éxito una demanda similar contra el senador demócrata John Edwards.

La investigación se refiere a 130.000 dólares que Trump hizo llegar a Daniels a través de Cohen, su abogado en aquel momento, durante los últimos días de la campaña de 2016. Trump reembolsó después a Cohen con sus fondos personales, entregándole cheques por valor de 35.000 dólares. En 2018, Cohen se declaró culpable en una demanda federal relacionada con el soborno.

Es probable que el caso del fiscal se centre en la forma en que Trump y la Organización Trump registraron esos reembolsos. Según documentación del caso, la sociedad de los Trump anotó los pagos como gastos jurídicos, haciendo referencia a un contrato legal con Cohen que no existía.

Si la acusación alega que la compra del silencio de la actriz vulneró las leyes de financiación de campaña, lo más probable es que los abogados de Trump argumenten que no pasa lo que viene a denominarse el “irrespective test” que desvincularía el pago a la estrella de cine para adultos de un delito electoral. Es decir, que aunque Trump no hubiera estado en la campaña por la presidencia de 2016, en cualquier caso hubiese pagado a Daniels para evitar la vergüenza, porque el magnate ya era una figura pública.

Pero esa argumentación puede ser una batalla complicada. Trump podría quedar como responsable si se demuestra que tenía “motivaciones mixtas”: proteger su imagen pública y su campaña a la vez. Y el momento de los pagos sugiere que había urgencia de hacerlos antes del final de la campaña de 2016.

En respuesta, se espera que el equipo jurídico de Trump argumente que Daniels ya había intentado en 2011 vender su historia de un affaire con Trump y que entonces le habían dicho: “Deja en paz a Trump, olvídate de la historia”. Se trataría de demostrar que el silencio de Daniels había sido buscado mucho antes de que Trump se presentara a las elecciones presidenciales.

Los abogados de Trump expusieron esos argumentos hace poco a la Fiscalía, cuando Necheles pidió al fiscal de distrito que abandonara el caso, como informó The Guardian. Pero todo apunta a que el fiscal Bragg seguirá adelante con la acusación, una demanda sin precedentes contra un expresidente de EEUU que además está tratando de regresar al Despacho Oval.

En las últimas semanas, la oficina del fiscal del condado de Nueva York (Manhattan) ha hecho testificar ante el gran jurado a al menos siete ayudantes y asesores de Trump. Entre ellos figuraba Cohen, que dio testimonio el miércoles durante unas dos horas (es su segunda intervención). Se ha dicho que cada miembro del gran jurado tenía una pregunta para él, lo que hace pensar en un alto grado de participación.

Según los expertos jurídicos, ese es un indicador clásico de que los fiscales sopesan posibles demandas. Si el gran jurado encuentra que un testigo es concluyente y termina produciéndose el juicio, el jurado final podría encontrarlo igual de convincente.

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Fuente: eldiario.es

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Estados Unidos

Senadores demócratas exigen investigación penal contra ejecutivos de Silicon Valley Bank

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SVB

«Los reguladores bancarios de la nación no pueden cometer el mismo error dos veces»: señalan senadores

Los senadores demócratas Elizabeth Warren (Massachusetts) y Richard Blumenthal (Connecticut) han pedido al Departamento de Justicia y la Comisión de Bolsa y Valores (SEC) que inicie una investigación penal «exhaustiva» para determinar si los ejecutivos del Silicon Valley Bank infringieron alguna legislación civil o penal antes de la quiebra del banco, ocurrida la semana pasada.

En una carta enviada a la Comisión de Bolsa y Valores y al fiscal general de los Estados Unidos, Merrick Garland, los senadores declaran que “Tras la crisis financiera de 2008, una de las fallas persistentes fue la incapacidad o falta de voluntad del Departamento de Justicia y de los organismos reguladores de las entidades bancarias para que los ejecutivos de los bancos rindieran cuentas por sus actos».

Señalaron que esta fata de voluntad para exigirles cuentas a estas entidades bancarias han causado la destrucción de millones de vidas y costaron billones de dólares. «Los organismos reguladores de los bancos de Estados Unidos no pueden cometer el mismo error dos veces”, insistieron.

En la misiva, se enfatiza sobre una cuestión concreta tras la liquidación del banco en quiebra por parte de la Corporación Federal de Seguros de Depósitos (FDIC): el cumplimiento, o no, de las responsabilidades legales y reglamentarias de los altos ejecutivos del banco. Los senadores dijeron que quieren conocer si se saltaron alguna regla de negociación propia, requisitos de divulgación, deberes fiduciarios o reglas de uso de información privilegiada antes del colapso.

«Uno de los fracasos duraderos posteriores a la crisis financiera de 2008 fue la incapacidad o falta de voluntad del Departamento de Justicia y los reguladores bancarios para responsabilizar a los ejecutivos bancarios por un comportamiento que destruyó millones de vidas y costó billones de dólares en riqueza. […] Los reguladores bancarios de la nación no pueden cometer el mismo error dos veces», subrayan Warren y Blumenthal.

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Cin información de Democracy Now!

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