Latinoamérica, laboratorio del cambio social
Latinoamérica lucha por su autonomía e independencia mientras enfrenta los embates de Washington

Raúl Ramírez Baena
Los últimos procesos electorales y sociales en América Latina se han distinguido por varios fenómenos políticos.
1.- Por un lado, hay una marcada tendencia del electorado que lleva al poder a políticos conservadores del ala derechista, de corte neoliberal, como Mauricio Macri en Argentina, Sebastián Piñera en Chile, Lenin Moreno en Ecuador, Iván Duque en Colombia y, ahora, Luis Lacalle en Uruguay o, de plano, ultraderechistas como Jair Bolsonaro en Brasil. Aunque después son repudiados por el mismo pueblo. El caso más brutal es el Golpe de Estado en Bolivia que impuso en la presidencia a la golpista senadora Jeanine Áñez, sin elecciones de por medio ni mandato expreso de órgano constitucional.
2.- Estos políticos llegan al poder por una manipulada campaña electoral o por la fuerza, a pesar de importantes logros sociales de sus antecesores, como los Kirchner en Argentina, Rafael Correa en Ecuador, José Mujica y Tabaré Vázquez en Uruguay, Lula Da Silva y Dilma Rousseff en Brasil y Evo Morales en Bolivia.
3.- Los Kirchner, Correa y Tabaré y sus corrientes políticas y candidatos, fueron vencidos en elecciones aparentemente democráticas donde el electorado fue orientado hacia un cambio de régimen: del progresismo (con sus excesos) al conservadurismo neoliberal.
4.- Lula y Dilma fueron víctimas de un “Golpe Blando”, es decir, un Golpe de Estado sin violencia y sin militares tomando las calles y las principales instalaciones de gobierno, que contó con el apoyo de un Poder Judicial corrupto y cómplice de la asonada para quitarlos del poder y llamar a nuevas elecciones en donde, con una debilitada fuerza de izquierda y con sus dos principales figuras bajo proceso penal, Lula y Dilma, procesos fabricados para quitarlos del camino, gana Bolsonaro. Algo parecido intentaron fabricar en Bolivia, argumentando un “fraude” en la tercera reelección de Evo Morales.
5.- El Golpe de Estado más burdo, largamente preparado mediante la infaltable corrupción de la cúpula militar, es el de Bolivia. A golpe de dólares trataron de fabricar un golpe quirúrgico del nuevo estilo, sin Marines, bombardeos a la casa presidencial, represión, presos, torturados y ejecutados como en las dictaduras de los 70 y los 80. Más no contaron con la respuesta de un digno pueblo indígena patriótico, forjador de una nación pluriétnica y pluricultural. No tardó en aparecer el racismo, la discriminación y la represión, terminando con presos, torturados y ejecutados. Todo ello, ante la parsimonia de los órganos de la ONU y la vergonzosa complicidad de Luis Almagro, Secretario General de la OEA, “el Ministerio de las Colonias”.
6.- Caso aparte merecen los procesos chileno y colombiano, en el que las fuerzas sociales irrumpen espontáneamente ante la sorpresa de todos, cuyo origen es la creciente desigualdad y pobreza social. Chile, donde la resistencia juvenil y femenil ha tomado la vanguardia y ha ofrecido una tenaz resistencia contra la brutal represión carabinera del agobiado presidente neoliberal Sebastián Piñera, que se sostiene con alfileres a pesar de la fuerte presión de las movilizaciones diarias que demandan su dimisión. Lo más grave para el statu quo, es la demanda de cambio del modelo de desarrollo neoliberal. Chile, la joya de la corona, el modelo y ejemplo de desarrollo neoliberal gracias a la dictadura pinochetista (cuya Constitución sigue vigente), se derrumba estrepitosamente.
7.- Venezuela, Cuba y Nicaragua resisten estoicamente la ofensiva imperial. Los regímenes de estos países, contrario a lo que piensan muchos y a lo que promueven a diario los medios globales convencionales, a pesar de los bloqueos económicos, financieros y tecnológicos y de las duras sanciones ilegales y unilaterales de Washington contra estos pueblos, estos gobiernos tienen un gran apoyo popular y de sus fuerzas armadas que hace casi imposible un Golpe de Estado blando o duro, aún a costa de los esfuerzos permanentes de Washington y del poderoso lobby de Miami y sus aliados financieros por denostar a estos regímenes. Por la propaganda denostativa, no es fácil para el ciudadano común entender la semilla social sembrada por Fidel Castro, Hugo Chávez y la Revolución Sandinista en estos países.
8.- México no puede quedar exento del panorama de cambio y resistencia en el Continente a partir de la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia. Un cambio de régimen en torno al modo y estilo diferente de gobernar, con el sello de la austeridad, de un efectivo combate a la corrupción y a las cuotas de poder y de un discurso anti neoliberal (con todo y sus errores) no es fácil aceptar y asimilar por una clase política, empresarial y mediática acostumbrados a vivir en el exceso y la comodidad a costa del saqueo a la nación. El cambio tiene sus costos. Uno de ellos se observa en la dura reacción de los sectores de la derecha, de los grupos económicos afectados por estos cambios y de la oposición política-ideológica, que perdió sus posiciones de poder ante el avasallador golpe electoral. Ahora intentan reagruparse para dar la batalla política e ideológica, aún pesar de que son los causantes de la tragedia nacional.
En resumen, América Latina es hoy un laboratorio de cambios. Atrás de las asonadas, movilizaciones, bloqueos, presiones político-económicas y golpes blandos y duros contra gobiernos democráticos, populares y antineoliberales, están Washington, el capital financiero internacional, las oligarquías criollas, las trasnacional y los incontrolables poderes fácticos.
Foto: ElPaís.cr

Justicia pendiente
Lizbeth Victoria Huerta, a dos años de su crimen contra la activista británica, podría quedar en libertad

Jueza María Teresa Quevedo Sánchez modificó sentencias y cargos de todos los implicados
Por Miguel Montesinos León
Ayer 26 de marzo se cumplieron dos años de la desaparición forzada y asesinato de la activista Claudia Uruchurtu Cruz en Asunción Nochixtlán, Oaxaca. Un crimen ordenado por la entonces presidente municipal Lizbeth Victoria Huerta, del gobierno de la 4T, que podría quedar en impunidad, por la protección de MORENA, que se observó desde el momento que se cometió el crimen.
El entonces senador por Oaxaca, Salomón Jara Cruz, ahora gobernador del estado, trató de proteger desde el senado mexicano a Lisbeth Victoria Huerta, a quien se le veía como su pupila, aunque no pudo evitar fuera detenida y encarcelada con los servidores públicos que actuaron en complicidad con ella.
A tan solo 15 días de asumir el cargo como gobernador de Oaxaca, Salomón Jara pretendió que fuera liberada la expresidente municipal de Nochixtlán Lizbeth Victoria Huerta, pese a la sentencia como autora intelectual de la desaparición forzada y asesinato de la activista británica Claudia Uruchurtu Cruz. Para ello, Jara Cruz contó con la colaboración de la juez de control Meria Teresa Quevedo Sánchez con sede en Huajuapan de León.
Al modificar las sentencias a la expresidente municipal Lizbeth Victoria Huerta, la jueza Quevedo Sánchez también modificó los cargos desaparición forzada y homicidio a «entorpecer búsqueda de persona», y le redujo la pena a cuatro años dos meses de prisión, por lo que Victoria Huerta podría quedar en libertad en poco tiempo, e incluso se cree que podría también ejercer cargos en la administración pública al amparo y protección de Salomón Jara Cruz.
Demanda en el olvido
El 26 de marzo de 2021, Claudia Uruchurtu Cruz se encontraba en la Ciudad de México pidiendo justicia por la corrupción de la presidente municipal. De inmediato, viajó a Nochixtlán en apoyo a la convocatoria para exigir la atención médica y liberar a Alfonso Avendaño, detenido y golpeado por la policía bajo órdenes de la edil Lizbeth Victoria Huerta y el fiscal en jefe adscrito al Distrito de Nochixtlán Rey Velasco Carranza.
La demanda de justicia que hacía la activista, quedó en el olvido. También se encuentra en el limbo de la justicia en la Fiscalía Anticorrupción, de Oaxaca donde su titular Jorge Emilio Iruegas Álvarez dice que no existe ningún avance en la carpeta de investigación.
Con esta negativa a concluir la carpeta de investigación iniciada por Alfonso Avendaño Rodríguez en contra de la expresidente municipal Lizbeth Victoria Huerta, policías municipales y ministerio público, la justicia en Oaxaca seguirá pendiente.
Arteleaks
Cárdenas y el cardenismo

En el 85 aniversario de la expropiación petrolera y al amparo de la sentencia de Santayana –“Quien olvida el pasado está condenado a repetir los mismos errores”.
Por Miguel Ángel Sánchez de Armas
Concluyo esta serie con algunas citas de mi libro El peligro mexicano, donde me referí a “el cardenismo”, corriente política que después de aquel sexenio parece haber quedado tan simbólica, petrificada y hueca como el Monumento a la Revolución.
Igual que otras grandes figuras de la historia, Lázaro Cárdenas tuvo y tiene adeptos y detractores. Hubo quienes lo aclamaron hasta colocarlo en un nivel casi mítico, mientras que otros juzgaron su gobierno y su liderazgo un fracaso completo.
Veo en Cárdenas a un hombre genial y primigenio, cuya vida pública estuvo montada, como agudamente observó Daniel Cosío Villegas, “en el macizo pilote del instinto”; un estadista con la consistencia del tezontle, porosidad y dureza, que en su trayectoria ascendió desde los orígenes más humildes hasta el pináculo del poder político y, después de dejar, la Presidencia su prestigio fue en ascenso como conciencia de la Revolución.
Pero siento que el protagonista del episodio que Luis González y González juzgó el más estudiado de nuestra historia y pese a las brillantes plumas que se han entrelazado en su historia, aguarda aún al biógrafo que, a la manera de William Manchester, emprenda el reto de plasmar la gesta de esta personalidad compleja, contradictoria y ciertamente criticable, que tomó decisiones que hoy podemos juzgar ancladas en el autoritarismo, pero que, como su contemporáneo Winston Churchill, no vaciló en jugarse el todo por el todo para consolidar a su país.
Un político comprometido con su tiempo, con sus ideales y con las exigencias del puesto que le fue conferido, que pensaba en los otros antes que en sí mismo, que sin duda cometió errores y tuvo limitaciones, pero cuya obra, en conjunto, arroja más luminosidades que miserias. ¿A cuántos conocemos hoy así?
En el primer semestre de 1938, la situación del cardenismo era precaria. Presiones políticas, económicas y sociales, internas y externas, amenazaban la estabilidad, pero la ruta elegida por Cárdenas para enfrentar a las petroleras, expropiación y no negociación, generó consenso interno y blindó al gobierno contra una ruptura que, en aquellos momentos, muy probablemente hubiera desembocado en otra guerra civil o en la caída del régimen.
Según Merryl Rippy, “el Departamento de Estado (de Estados Unidos) estaba cierto de que el sostén político de Cárdenas dependía del éxito de la expropiación y no estaba dispuesto a precipitar una crisis política mexicana en momentos de crisis mundial”. Pero en tanto Washington se mostraba renuente a intervenir mediante la fuerza en un asunto interno de México, en Londres se percibía que la situación era una amenaza y había “un gran desencanto con la tibia política de la Casa Blanca”.
Y en México, preocupados por el peligro de represalias del poderoso vecino, incluso personeros de la izquierda nacionalista como Vicente Lombardo Toledano pensaban que lo prudente era no provocar a los imperios.
El historiador Hubert Herring—hoy olvidado pero en su tiempo muy presente en el escenario mexicano—observó que varios de los más capaces asesores del gobierno estaban convencidos de que la expropiación sería “un suicidio económico”.
En opinión de Carleton Beals, probablemente no había un experto que se atreviera a aconsejar la expropiación, pues se tenía plena conciencia “de la terrible fuerza de las empresas petroleras, que podían remover cancillerías e incluso gobiernos enteros a su voluntad”.
Pero Cárdenas se caracterizó por un despliegue de voluntad política que buscó la transformación del país y la modificación de estructuras seculares sin desatar la guerra interior. Fue una suerte de conciencia crítica de la Revolución que “con gran rapidez se convirtió en el elemento director de la política nacional”.
En este contexto, cardenismo es sinónimo de una manera particular de ejercer el poder, de una visión del mundo y de una ideología, además de un periodo histórico. Mas se debe apuntar que si bien “cardenismo” es un término que surgió durante ese periodo y posteriormente se hizo moneda de curso corriente entre políticos y académicos, el General mismo no lo utilizó como lema durante su estancia en el poder y se negó a encarnarlo como movimiento político durante los años posteriores, pese a que su estatura nacional se lo hubiese permitido. Él mismo lo precisó en una conversación con Gastón García Cantú: “Ni mis amigos tienen una doctrina que se llame cardenismo”.
Aunque Cárdenas se deslindara de la corriente política a la que dio nombre, muchos revolucionarios sí la reconocieron, entre otras razones porque representó la reconquista de la conciencia del papel de las masas en una nueva sociedad como motor del progreso. En el cardenismo las masas dejan de ser materia prima y se convierten en actores políticos que se respetan y se toman en cuenta.
La historiadora Blanca Aguilar Plata escribió: “ubicado entre el final de la etapa armada de la guerra civil y la transición hacia un modelo de capitalismo liberal, el cardenismo recupera y aplica los principios de la Revolución y fortalece la figura presidencial como responsable directa de la política general y de la aplicación de normas y leyes. Fue un periodo de gran dinamismo del Estado para dirigir y controlar a los diversos sectores económicos y sociales, a los que orientó a la participación en un proyecto global de desarrollo interno, marcado por cierto tinte socialista, que se tradujo en medidas populistas de alivio para aspectos apremiantes de los sectores más marginados del país”.
Cárdenas, figura y memoria que polariza la visión y el juicio de biógrafos y estudiosos de todo el espectro político e ideológico mexicano. “General misionero”, lo santifica uno, mientras que otro lo critica por el pobre juicio que demostró con la mediocridad de su gabinete y alguno más lo ensalza como encarnación de una nueva categoría de fraternidad en el campo mexicano.
Hay acuerdo en que Cárdenas es el creador del presidencialismo que caracteriza al sistema mexicano hasta el día de hoy y cuyo poder, más que constitucional, depende de la homogeneidad ideológica y partidaria del aparato político.
Veamos la opinión que de él tenían algunos de sus compatriotas, comenzando por Alejandro Gómez Arias, autonomista universitario y respetado analista que nació políticamente durante el vasconcelismo, para quien Cárdenas no se distinguió por un genio político deslumbrante o sobrenatural, sino por el cambio que proponía, “aunque lo extraordinario de los últimos años del cardenismo fue la contradicción de que siendo una figura de tanta claridad política, estuviera rodeado por un grupo de hombres improvisados y oportunistas”.
Cosío Villegas, constructor de instituciones, ensalza el modelo de hombre recio que se forjó a sí mismo. Gonzalo N. Santos, el cacique que fuera prototipo de los políticos “a la mexicana”, fue contundente en acusar que si bien los cardenistas profesionales pintaban a Cárdenas como un san Francisco de Asís, de ello no tenía nada.
Dos políticos que se distinguieron como periodistas, Vicente Fuentes Díaz y Francisco Martínez de la Vega. Para el primero, Cárdenas era de sagacidad extraordinaria, sabía mover sus piezas y moverlas bien en el momento oportuno, sutil, silenciosa e inteligentemente: “Fue la única esfinge que supo cambiar la historia con un dinamismo endemoniado”.
Para el segundo, destaca la capacidad del general para acercarse al pueblo y escuchar con paciencia sobrehumana sus lentas, repetidas y torpes exposiciones: “Tiene la grandeza de preocuparse por lo pequeño, por lo individual, con la misma ternura, la misma generosidad y decisión que por lo grande y colectivo”.
Cárdenas tomó decisiones que sus críticos atacaron y sus partidarios justificaron con pasión semejante en aquel México convulso. Las organizaciones obreras y campesinas que concibió para trascender el caudillismo y promover la democracia se quedaron en ideal frustrado, como él mismo lo reconoció en 1961 en conversación con Carlos Fuentes: “No fue mi intención que esos propósitos se frustraran y las organizaciones fuesen manipuladas y corrompidas”.
Cárdenas demostró ser un hombre de capacidades poco habituales en un militar profesional. Creía en México como san Agustín en Dios; guardaba por la Constitución una devoción talmúdica y dio a la Presidencia un aura eclesial. Pero, al mismo tiempo, era un populista carismático, que asoció a las masas trabajadoras en la tarea política de transformar al país; dejó de verlas como dóciles y manipulables rebaños y las puso al frente de la lucha por sus intereses de clase y la edificación del nuevo Estado.
En la revista Hoy, Rodulfo Brito Foucher calificó de “terror mexicano” las políticas del cardenismo. Y la insubordinación llegó al seno de la familia revolucionara. Saturnino Cedillo, compadre del presidente y hombre fuerte de San Luis Potosí, desconoció al gobierno de Cárdenas el 15 de mayo de 1938 y tachó a la expropiación de “acto antieconómico, antipolítico y antipatriótico”.
Y en un comunicado enviado a Washington, el embajador de Estados Unidos, Josephus Daniels, informó que entre las clases altas y los “viejos científicos” existía un fuerte sentimiento de rechazo a las políticas cardenistas, “pues creen que conducen al comunismo”, pero hizo notar que tales críticas no se harían públicas porque como mexicanos “no quieren oponerse a su país y arriesgarse a ser vistos como traidores y amigos de los opresores extranjeros”. No omitió Daniels insistir en la vigorosa movilización desatada por la expropiación, e hizo ver a los formuladores de política de la casa Blanca que la expropiación fue esencial para amalgamar el espíritu de México, en donde privaba la sensación de que la política del cardenismo encarnaba la unidad nacional.
27 de marzo de 2023
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Investigaciones
Más de 30 millones de mexicanos trabajan sin beneficios laborales, pese a disminución de desempleo

La informalidad laboral en mujeres, con índices más altos que los hombres
Por Katiuska Serrano y Melisa Murialdo
Lograr tener un trabajo estable y solvente, en donde se puedan recibir todos los beneficios de la ley, es una realidad con la que no cuenta todo el mundo. En México, de acuerdo con la última Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en el país existen 31.8 millones de personas trabajando en la informalidad.
Esta cifra, actualizada en diciembre del año pasado, corresponde al 55.9% del total de los empleos. Si bien se debe destacar que este número representó una reducción anual de 1,6%, la situación no deja de ser preocupante, pues son muchos los trabajadores que no tienen la posibilidad de tener acceso a:
- seguridad social
- prestaciones de ley
- incluso créditos o préstamos para la vivienda
- entre otros derechos
A partir del 1 de enero de este año, entró en vigor el decreto de reforma a la Ley Federal del Trabajo, en la cual se amplían los días de vacaciones de 6 a 12, luego del primer año de trabajo, así como el aumento de dos días por cada año adicional.
Sin embargo, los trabajadores del sector informal no pueden gozar de esta medida, ya que la norma establece que solo será aplicable a los contratos individuales o colectivos, situación con la que no cuentan los individuos que carecen de un trabajo formal. En estos casos, normalmente, se deben llegar a acuerdos con sus respectivos patrones.
El desempleo disminuye, la informalidad continúa
Para el INEGI, se considera a la población ocupada en la informalidad:
- “a quienes son laboralmente vulnerables por la naturaleza de la unidad económica para la que trabajan,
- así como a las personas cuyo vínculo o dependencia laboral no reconoce su fuente de trabajo”.
En este sentido, también destacan a quienes laboran en micronegocios no registrados y otras modalidades análogas, como los ocupados por cuenta propia en la agricultura de subsistencia y quienes trabajan sin seguridad social y cuyos servicios los utilizan las unidades económicas registradas.
En el país, según el ente, la tasa de informalidad en las mujeres sigue registrando porcentajes más altos que en los hombres, siendo de 56% y 54.1%, respectivamente.
Respecto a la tasa de desempleo, la encuesta del INEGI mostró una disminución del 3,5% respecto a diciembre de 2021 y se posicionó en 2,8% – 1,6 millones de personas – de la población económicamente activa (PEA), la cual al cierre de 2002 fue de 59,6 millones de personas.
Sólo 4 de cada 10 mexicanos laboran en el sector formal
En base a las cifras de la Población Económicamente Activa, 57,9 millones de individuos estuvieron ocupados durante diciembre, es decir, que se sumaron 1 millón más que en el mismo periodo del año anterior. En tanto, las personas subocupadas – aquellas que declararon tener necesidad y disponibilidad para trabajar más horas – fueron 4,2 millones, un 7,3 % de la población ocupada.
Por su parte, 25,3 millones de trabajadores (43,7%) están ocupados en el sector formal. En detalle:
- 11 millones realizan actividades en la industria del comercio;
- 9,5 millones en las manufacturas,
- 6,7 millones en labores agropecuarias y
- 4,6 millones en construcción.
- mientras que, en las áreas de minería, electricidad, agua y suministro de gas, estuvieron ocupadas el 0,7 % de la población, o sea, 409 mil personas
Efectos en la economía y estimaciones internacionales
En el 2021, el Banco de México realizó un estudio en el que determinó el impacto de la formalidad sobre el PIB per cápita en las diferentes regiones de México. En este contexto, afirmó que, si no existiera informalidad laboral, el PIB per cápita sería 19.6% más alto en la región norte del país; 28.4%, en el centro norte; 27.2% en el centro y 31.5% en el sur,
No obstante, las últimas cifras de empleo, a su vez, han ido mejorando de a poco la economía en la nación, debido que el Producto Interno Bruto creció de julio a septiembre un 0.9 % trimestral y un 4.3 % interanual, acumulando un alza de 2.9% en los primeros tres trimestres de 2022.
Además, la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) estima que el crecimiento económico para México este 2023 aumentará de 1.5% a 1.6% y para el 2024 estaría por encima del 2%. Aunque, para que esto sea así, indican que es fundamental implementar medidas dirigidas a:
- que haya más participación de las mujeres en el mercado laboral,
- que se pueda reducir la informalidad y
- a que se mejore la calidad de la educación
En el caso de las expectativas de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), el panorama es otro, pues prevé un crecimiento de 1.1% en el 2023, lo que implicaría una contundente desaceleración para el país. Por ello, el organismo insiste en que se trabaje temas como
- la desigualdad,
- el rezago educativo y
- la falta de inversiones
La Organización Internacional del Trabajo (OIT), entretanto, anunció que el empleo en Latinoamérica crecerá solo 0,9 % en 2023, lo que representaría 2,9 millones nuevos puestos de trabajo.
A su vez, para este año, también prevé un ligero aumento del desempleo a escala mundial de 3 millones de personas aproximadamente, de esta manera, se alcanzaría los 208 millones de ciudadanos sin trabajo.
Finalmente, sobre la informalidad, la OIT la sitúa en 53,7 %, un alza que según el ente es parte de las consecuencias de la pandemia.
Ante esta realidad, si hay algo en que coinciden los organismos internacionales, es en el daño que hace la informalidad no solo a los trabajadores que deben renunciar a recibir derechos laborales, sino también a los propios países, que deben afrontar tener un ingreso per cápita más bajo o una mayor pobreza y desigualdad. Por esto, y mucho más, es importante llevar a cabo políticas que busquen acabar con esta problemática y generen mayor estabilidad económica tanto a la población, como a la nación.
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